Siete de doce países apoyan al Prosur

El cambio en la estructura de lo que se mantenía como la Unasur, era un aspecto que se consideraba desde hace más de un año entre los gobernantes de siete, de un total de 12 países que mostraron su desacuerdo con el organismo que no pudo funcionar objetivamente por una serie de discrepancias más políticas y administrativas que meramente administrativas.

Se menciona que Unasur no reunió a la mayoría de mandatarios para establecer condiciones de trabajo, promoción y defensa de intereses sectoriales, pues los gobiernos reclamaron por separado servicios de Unasur que no se les pudo brindar, constituyendo tal hecho una muestra de la poca estabilidad y casi ninguna coordinación de los ejecutivos en funciones que por lo visto sólo activaron reclamos aislados y parciales de la minoría de socios.

En el esquema que funcionó contra la marea, se encontraban Venezuela, Bolivia, Guyana y Surinam, cuatro en total, mientras que Uruguay se mantuvo equidistante de los dos frentes en una posición de independencia, frente a los siete que decidieron sellar el nacimiento de otra organización regional a la que denominaron Progreso de América del Sur con su sigla Prosur y que está respaldada por Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Paraguay y Brasil, siete en total, justificando su mayoría y su voluntad de cambio frente a la politizada Unión Suramericana de Naciones (Unasur).

La relación de intereses se fue marcando paulatinamente y ciertas presiones de política interna ideologizadas en intereses sectarios prevalecieron por buen tiempo, lideradas según se explica por la posición venezolana, apoyada extraterritorialmente desde la Habana, como sucedía con sus aliados, tres países más que no lograron unir a la fracturada Unasur. Ecuador fue una de esas naciones que se alineaba en la estrepitosa campaña venezolana, sin embargo el más reciente cambio, coloca a este país entre la mayoría de los que buscarán fortalecer una organización que trabaje objetivamente en función a los lineamientos de integración de los "pueblos sudamericanos" que "unidos se convertirán en una verdadera fuerza y potencia de la región".

Una declaración final fue firmada por los representantes de siete países que asistieron a la cumbre y sellaron el nacimiento de Prosur, resaltando los fines y objetivos que se traducirán en mejorar las relaciones entre naciones y en base a decisiones de los "socios" que impulsarán programas de efectiva y directa relación para desarrollar proyectos integracionistas que permitan a los protagonistas crecer de manera sostenida, eliminando factores adversos que todavía en el presente, impiden ejecutar proyectos conjuntos de crecimiento y amplia solidaridad en planes comerciales, intercambio industrial, cultural y fundamentalmente de integración.

Los firmantes del acuerdo Prosur convinieron en que "gradualmente" afirmarán una estructura institucional flexible, liviana, práctica, poco costosa y con reglas de funcionalidad muy concretas con mecanismos que faciliten la toma de decisiones para avanzar objetivamente en el entendimiento de programas que fortalezcan el avance de Sudamérica con programas concretos de integración en función de los intereses comunes de los Estados y de acuerdo a sus propias realidades nacionales.

En adelante se configura una situación especial para la funcionalidad operativa del Prosur, contando con siete apoyos reales, cuatro que no adscribieron y el caso de Uruguay, cuyo mandatario estuvo en el evento pero se abstuvo de firmar el acuerdo, señalando que "Prosur nace con errores de Unasur al tener una finalidad ideológica", situación que deberá cambiarse en adelante. La unidad de la región puede significar el reto para su crecimiento independiente.

Fuente: LA PATRIA