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Domingo 24 de marzo de 2019

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Cultural El Duende

Herencias de la literatura boliviana

Prórroga presidencial

24 mar 2019

El 15 de febrero de 1925, la señora Julia Bustillos de Saavedra, esposa del Dr. Bautista Saavedra Mallea, mediante una misiva reclamó al Dr. Daniel Salamanca Urey por su "manifiesto condenatorio y juicios exagerados sobre su esposo". En la edición 673 se publicó la nota de la Sra. Bustillos. A continuación la respuesta de Salamanca

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Segunda parte

La Paz, 23 de febrero de 1925

Señora

Julia Bustillos de Saavedra

Ciudad

Muy apreciada señora y amiga:

Recibí su carta de 15 de este mes y con ella un ejemplar del manifiesto de su esposo fechado en Arequipa.

Se muestra usted muy disgustada de algún juicio que consigné en un trabajo mío destinado a combatir la prórroga presidencial que ahora nos amenaza, y hace usted con ese motivo, una defensa de la administración de su esposo el señor Saavedra, descargando toda responsabilidad de sus desmanes sobre sus adversarios.

Aunque los recuerdos que hace y los juicios que formula tienen a mi modo de ver el deliberado propósito de herirme, no quiero llamarme a resentido. Prefiero excusarla pensando que usted, sintiéndose ofendida en sus sentimientos de buena esposa y contrariada en los nuevos proyectos y esperanzas que su carta revela, no ha podido menos que perder su serenidad y desequilibrarse contra mi persona.

Si tuviera usted la bondad de pensar en la esposa del actual presidente, el señor Siles, vería usted cuán cierto es lo que digo. Estoy seguro de que la esposa del señor Siles, no sólo cree que la administración de su esposo es una maravilla incomparable, sino que juzga que todos sus adversarios son puros malvados que sólo obran por sus odios, sus despechos, sus ambiciones, sus deslealtades y en fin por todas las infamias posibles. Tal más o menos como usted me lo dice o me lo deja comprender.

Si tuviera usted la bondad de pensar en la esposa del actual presidente, el señor Siles, vería usted cuán cierto es lo que digo. Estoy seguro de que la esposa del señor Siles, no sólo cree que la administración de su esposo es una maravilla incomparable, sino que juzga que todos sus adversarios son puros malvados que sólo obran por sus odios, sus despechos, sus ambiciones, sus deslealtades y en fin por todas las infamias posibles. Tal más o menos como usted me lo dice o me lo deja comprender.

Tampoco me sería posible, sin faltar a la más elemental cortesía, discutir con usted los recuerdos y apreciaciones de su carta.

Yo tendría que rectificar algunos recuerdos, anotar hechos sumamente graves y hasta sangrientos que no tienen ni el pretexto del orden público, y formular juicios inevitablemente severos que lastimarían profundamente sus sentimientos de buena esposa.

Esto no lo haré en esta correspondencia mientras conserve algún dominio sobre mí mismo, y mucho menos con usted, por quien guardo el más profundo respeto y el más vivo afecto, pues siempre pensé y expresé que usted tenía un corazón más propio de un ángel que de una mujer.

Aunque sería para mí muy grato el complacerla, no podría hacerlo en esta ocasión sin faltar a la verdad en un asunto de interés público.

Mucho temo y creo, señora y amiga, que el juicio que tanto la ha mortificado, tiene que ser el juicio de la historia.

Con mis saludos a la señora Clotilde, reciba las expresiones de afecto respeto de su atento amigo.

Daniel Salamanca Urey

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