La frase "servicio universal de salud", SUS, suena bonito como para convencer a los más incautos. La apariencia se ve en las calles: filas aquÃ, filas allá. Las cifras que se divulgan son impresionantes. De un dÃa para otro el tema se deslizó de la manga, y los medios lo propalan con profusión. Parece que todo fuera cierto y no una mentira convencional.
Sin embargo, el empecinado capricho por permanecer en el cargo habÃa tenido un efecto parecido al del hambre; de ella se dice que aguza el ingenio. Es decir, vuelve inteligentes a los que de suyo no lo son. Algo asÃ, de pronto el gobierno descubrió que la salud es cosa seria, y, por tanto, debe estar en el cuadro de las previsiones electorales. Pese a que estamos en tiempo de las vacas flacas, siempre habrá platita para eso. El maestro Maquiavelo tiene razón: los fines justifican los medios.
El otro dÃa alguien dijo que la corrupción es una de las enfermedades catastróficas que soporta duramente el paÃs, y por lo que se parecen, la mentira y la demagogia deben ser, si no hermanas, parientes.
"La decisión implicará - se dice en otra parte - que la dirección de la salud en el paÃs depende sólo del Ejecutivo y no de las alcaldÃas o gobernacionesÂ?Pronto saldrá un "decreto supremo para la compra directa de medicamentos". ¿Compra directa?,¿Se ha olvidado acaso que esa es la puerta ancha por donde ingresa la corrupción? Es curioso: ¡se predica la lucha contra ese mal, luego se crean las condiciones para que ocurra!
(*)Es escritor
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