LA PATRIA, periódico proletario

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No cabe significar en sentido ideológico cuando se dice que LA PATRIA es un periódico proletario. Lo decimos por lo tesonero que demuestra ser, por su perseverancia, su afán laborioso de todos los días, su identificación con los intereses del pueblo boliviano, con el ciudadano de a pie, con aquella masa laboral de mineros y ferroviarios, que antes de aquel decreto relocalizador, 21060 de Agosto de 1985, se prestaban para darle toda clase de contenido informativo.

Siempre ha sido de esa manera desde hace cien años. En retrospectiva veo a LA PATRIA de ´overol´ con las manos callosas y la cara, tiznadas de brea, participando de aquella muchedumbre concentrada en la Plaza de Oruro, que le exigió personalizarse, realizarse como diario, como portavoz de los intereses bolivianos sobre asuntos de nuestro mar arrebatado, agitado en ese momento por voces del gobierno norteamericano a favor de la revisión de los tratados que cercenaban los territorios en razón de triunfos belicosos.

Un acontecimiento sin parangón. Que el pueblo, la sociedad, en un acto de masas públicamente demande la aparición de un periódico, es una cuestión inédita. Ese mismo momento fue bautizado. Que se llame "LA PATRIA", seguramente fue la voz unánime, y un orureño patriota Enrique Collazos, ofreció su imprenta para imprimirlo. No hay duda; LA PATRIA, es un periódico del pueblo, del proletario. Y ese es un acontecimiento para analizar y estudiar sociológicamente en estas épocas, cuando los proyectos mediales responden a otros intereses, y no a los ideales de la sociedad que demanda periódicos serios y ecuánimes.

En dos días más, célebremente pasará a ser centenario. Obrero, muy proletario y trabajador como es el mismo pueblo orureño. Los medios de comunicación, se dice, constituyen el reflejo perfecto de la idiosincrasia de los lugares donde se publican. No se muestra opulento, sino más bien como siempre ha sido desde el primer día de su aparición aquel 19 de marzo de 1919, un periódico sencillo, de firmes convicciones, sólido en sus posturas. Nada de doblez.

A pesar de la moderna tecnología incorporada a su proceso de producción, diríamos que los elementos sintácticos no han cambiado mucho. Su formato grande sigue siendo el mismo. Cuando circuló por vez primera, su impecable primera página estaba diseñada a seis columnas, hoy tiene ocho, y sus ocho páginas se mantienen inamovibles. Tremenda perseverancia. Esto le hace identificable en cualquier parte del país. Resalta por su centenaria forma de ser. Parece resistirse a los cambios que el modernismo ha empujado a otros medios, a adoptar nuevos formatos para sus ediciones.

La sobrevivencia de los periódicos centenarios, y que conste que sólo hay dos de esta naturaleza en nuestro país, sin mayor duda, es el resultado de haber tenido al frente de ellos a familias de gran vocación periodística, manteniendo su ideario y conociendo con claridad los objetivos del periódico. Su fundador Demetrio Canelas, tenía muy claro el emprendimiento al fundar LA PATRIA, lo mismo que don Enrique Miralles Bonnecarrere y don Cristóbal Molina. Se debe, sin embargo, a Marcelo Miralles Bová, hijo de don Enrique, la modernización y el nuevo giro que tomó LA PATRIA.

Marcelo soñaba con la celebración de los 100 años. Decía que correspondía echar la casa por la ventana, porque hay muy pocos que cumplen esa edad. Nos vamos a farrear LA PATRIA, solía decir con su habitual tono de buen humor.

A dos meses de cumplir cien años, podríamos lanzar la pregunta: ¿Qué otro sistema, que el de economía de mercado, habrá en materia de medios de comunicación social para servir a la sociedad, no diremos de manera independiente, sino libre? Un periódico, debe tener un empresario visionario, debe sustentar y estar convencido de que su actividad se desarrolla en un medio complejo y complicado, como es la libertad de expresión, el derecho a la información. Muy difícil de dar contento a todos, sino es por la sabiduría que debe alimentar a diario para informar aquel público heterogéneo a quién sí conoce y no conoce.

No cabe una sociedad sin periodismo, no cabe que un buen periodismo no sea libre, y para ser libre, hace falta una empresa saludable, sin ataduras al poder económico ni al poder político.