Juan Orellana, vivÃa en Catavi, por ese entonces tenÃa unos 8 a 10 años de edad, como todos los niños de su entorno le gustaba salir por las tardes para jugar un poco de fútbol o ir a ver a los "peloteros" que se apoderaban de los precarios escenarios deportivos que existÃan en ese campamento minero.
Al salir del escenario se volvió en un carnaval adelantado, ya que al son de la diablada, la delegación orureña se fue a la estación de trenes para el retorno hasta Oruro, el viaje duraba casi toda la noche. El lunes por la mañana, una multitudinaria caravana se inició desde la estación central y culminó en la mÃtica plaza 10 de Febrero.
El retorno a Catavi fue más acogedor, ya que volvieron en uno de los buses; Juan recuerda que Valdivia, al ser fornido tenÃa una gran pegada "hacia llegar el balón de arco a arco" recuerda, y su hermano era muy habilidoso.
Juan Orellana quiso que este trabajo perdure y sea de manejo público, por ello empezó a donar sus colecciones a la Biblioteca Municipal de Oruro, para que las nuevas generaciones conozcan un poco más de la rica historia del cuadro orureño.
Fuente: LA PATRIA
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