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Domingo 18 de julio de 2010

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Revista Dominical

Al margen de lo prohibido

18 jul 2010

Fuente: LA PATRIA

Por: Alfonso Gamarra Durana - Miembro de Número de la Academia Boliviana de la Lengua, y Médico Especialista

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No es aceptable llamar literatura marginal cuando se trata de literatura referida a los hechos producidos por una sociedad marginal. Se puede escribir sobre el panorama del vicio, la corrupción, la drogadicción, el alcoholismo, la delincuencia, etc., sin que por esto el producto literario se denomine marginal, pues los aficionados a las letras pueden encontrar temas variados en aquéllos. Incluso si un autor padece de esas aberraciones su trabajo resultante no puede ser una obra literaria marginal.

Los géneros literarios de este tipo, desde muy antiguo, recibieron el calificativo de libertinos o licenciosos, porque parecía que exhortaban a obedecer los dictados de la voluntad individual sin consideración de las otras personas, una jactancia de efectuar lo prohibido en busca de impresiones no experimentadas antes. La palabra griega “Thelema” dio lugar a “telemite” con una definición de hacer lo que se quisiera.

Hubo tiempos en que las actitudes de rechazo, casi inquisitoriales, proponían que esos intentos no tenían ciertamente el aspecto cristiano o civilizado. Un acondicionamiento mojigato intervenía revocando cualquier disquisición apreciativa.

Cierta semejanza había con el pecado humano, que podía ser algo insidioso, pero con el aumento de su intensidad llegaba a la maldad, porque insinuar a hacer el mal es una actitud emparentada con las abominaciones, una sumación de papeles desenfrenados y con colgajos sucios y desaliñados.

Quienes leen, no solamente se entretienen, sino que utilizan gran parte de su atención en interpretar el fondo del trabajo, y la intención del autor. Los más escrupulosos encuentran estos últimos sin mayores dificultades; pero si en el texto hay estratos mal intencionados, las representaciones o argumentos conceptuales que carezcan de esclarecimientos útiles entre líneas, por la fortaleza de las proposiciones o la debilidad del carácter de una persona intimidada, pueden excitar la aparición de imágenes desfiguradas, desviar la conducta, y borrar los lineamientos impuestos por la conciencia humana normal. La mente humana tiene la capacidad de discernir las ideas, si despliega las virtudes morales que haya aprendido, suponiendo que posea la capacidad de percibir cualquier tendencia de algún párrafo. En posiciones negativas, pondríamos parcializados al lector en una endeblez quizá inexistente, de juzgar mal su carácter y su susceptibilidad a la tentación, que podría detraerlo o conducirlo a una personalidad pervertida.

EQUILIBRIO

En todo caso el autor mantiene un equilibrio entre su pensamiento --su observación de escritor-- y su comentario estético. Es posible que los autores ingresen en el lumpen, capten los nuevos lenguajes, con el consiguiente deslizamiento de la escritura a la vecindad del objeto, a veces para adecuarla al estilo que escogen, porque el elegido por ellos es un material que fascina en el sentido aciago del término. Desarrollan su temática, aparentemente virgen por no haber sido usada en narrativas anteriores, como fascinados con la pluralidad de los esquemas, que son múltiples, inagotables, a medida que se va ahondando en los módulos de la miseria, y porque transcurre en un ambiente cotidiano que acumula un material siempre liberado de las formalidades. El producto tiene un atractivo especial pues puede desarrollarse en el territorio omnipresente de lo subjetivo, después de haber recorrido posibilidades alternativas. El comportamiento inesperado de los actores no homogeneíza, más bien separa, por la presencia de las complicaciones naturales.

ÁMBITO

No es factible encontrar en el ámbito boliviano muchas obras de reflexión que acompasen apreciaciones costumbristas y crítica social para constituir una narrativa con ciertas características no aceptadas por la comunidad. Si se escoge un tema del espacio marginal, el mundo se constriñe en un sitio antes no habitual, más bien proscrito por la mayoría de los autores de todos los tiempos.

Estas manifestaciones pecaminosas anotadas en el texto pueden ocasionar sentimientos o modales conflictuales, porque se han desarrollado sin creadores artísticos, causadas únicamente por las actitudes de personas impreparadas, y por la incomprensión de los fenómenos por individuos intemperantes. Estos actos patéticos están localizados en las soluciones de continuidad que tiene la organización de los estratos sociales, que son las zonas más evidentes en un análisis apresurado. Los polos de afinidad surgen inmediatamente cuando se vive en estos espacios, y se hacen complementarios al poco tiempo, determinando una marcada inclinación por el lenguaje o las poses inmoderadas, no faltando la repetición de frases gastadas o la formación de un léxico coba.

MARGINAL

Se constituye en inaceptable que ciertos aspectos extraños en la existencia diaria se difundan libremente, si no se acatan las normas preestablecidas para su producción. Se supone que hay un mal acomodo si no se obedecen los cánones estipulados por el común de las personas que se han conceptuado educadas. Estos serían los delineamientos corrientes para un tratamiento particular de lo marginal. A veces presente por ignorancia, por terquedad, negligencia o propia intencionalidad. Referencia igual se produce cuando esas disposiciones ingresan a la literatura. Esto promueve que un escrito esté por fuera del correcto ordenamiento o del buen gusto, soslaye el dictado de las buenas costumbres, y rompa la continuidad con los antecedentes usuales.

Si bien la búsqueda creativa lleva a las posibilidades de apertura de nuevos horizontes creadores, corresponderá una infidelidad a los géneros habituales. El autor que asume una vertiente de encarnación con lo marginal, no puede quedarse en los aspectos subterráneos porque tiene que hacer aflorar un presente que se seguirá descubriendo con ojos del aquí y del momento, o de un no tan lejano pasado que tenga particularidades del presente. Ya no debe estar en la metafísica del recuerdo.

OBRA

Se puede pensar que una obra semejante llegase a tener limitaciones. El tema sería indigno y, por lo tanto, el resultado sería infecundo. Los elementos constituyentes formarían de entrada un gambito y los factores del desenlace podrían caer en el rechazo del lector.

Sin embargo, para fabricar la trama hay que situarse en un escenario extravagante, que sea carente de formalidad. Vislumbrar en este último las posibilidades sígnicas del pueblo que diesen lugar a una verbalización mayor, munida de exageraciones, apta para los exhibicionismos incongruentes, y exornada con una intensidad irrefrenable de pecado.

El desarrollo temático no es una ruptura con la lógica del pensamiento porque emplea las formas habituales del género para adquirir la misma ganancia de siempre que es la atención del lector. Las libertades literarias son irrestrictas para escoger la entalladura literaria.

A partir de esta convicción, sería una literatura de desborde, que rompe los diques de la compostura, de las buenas costumbres; como no se buscan paradigmas o la corrección de actos, los defectos, los vicios, las taras, se constituirían en fragmentos de una ausencia de urbanidad o educación. Llegaría un momento en que no habría diferencia entre el acto pecaminoso y los actores que pretenden imitarlo o lo sueñan en su ejecución. Se afianzaría un peso estético mínimo. El mundo aparecería astillado, porque la literatura formal ha hecho creer hasta el presente que se vive en un mundo unitario, sin aristas, repetitivo en la igualdad de su configuración general.

NUEVOS MEDIOS

La humanidad no ha de experimentar transformaciones radicales en su comportamiento. Los integrantes de las sociedades seguirán moviéndose por los mismos derroteros, especialmente cuando los cánones de la urbanidad no lleguen hasta ellos. La rutina actual de querer experimentar nuevas sensaciones en todos los aspectos de la vida, ha de llevar a salpicar el desenvolvimiento corriente con índoles insensatas. Antes, un acontecimiento patético terminaba en el hecho delincuencial o morboso, en su juzgamiento y su punición; ahora se extiende hacia adelante y atrás, alcanza a efectuar un seguimiento desde el origen hasta las secuelas, pondera los antecedentes, deshilvana la sentencia, y, finalmente, busca la corrección de lo sucedido.

La literatura encontrará así una significación renovada, sentirá que los distintos géneros no son únicamente una ventana de observación para curiosear en las características marginales, sino que pueden actuar como métodos profilácticos y evitar las fases complicacionales, que de una u otra manera dañan a la individualidad de las personas. Aparecerá un movimiento de investigación de nuevos medios expresivos, que a la vez de ser tolerantes, tendrán la intención de buscar moralejas y cláusulas terapéuticas. Liberándose de las posiciones estilísticas de las nuevas generaciones de autores, que quieren implantar una moda terminológica, deben despertar la reflexión sobre estos tópicos; y la conciencia crítica, en su tarea de búsqueda, hallará el campo amplio de los motivos, y la diseminación de cada uno de los niveles que desahucia la sociedad.

La literatura quiere hallar el nexo entre la palabra y lo que ésta nombra, asegurarse de no hacer un juego a la inespecificidad de las situaciones, sobreponiéndose a la facilidad de armar historias de posibilidades. Intenta realizar una impronta circunstancial basada en ejemplos que tienen significado. Recuerda que en el orbe literario hubo hombres genuinos, porque fueron singulares en su época, se situaron en la corrección de los hechos, con una intensidad que los destacaba sobre la masa artificial de sus contemporáneos. No fueron porque la sociedad les exigía sino que al alejarse de las irrealidades, del mal gusto y de los vicios, dejaban la insustancialidad de los seres cercanos. Andaban en terrenos firmes.

La funcionalidad de los escritos se destaca porque la expresión de lo marginal puede conllevar a una corrección. El realismo de los autores franceses originó el descubrimiento del bajo mundo, y en lugar de tildarlo de galería subterránea del hampa sirvió para que se tomaran medidas correccionales. Si se llega a ejecutar una interpretación franca del desarrollo social, aparecerán las políticas tendientes a galvanizar estos acontecimientos de la pobreza, para evitar el castigo judicial y, al contrario, hallar los medios para cortar las prolongaciones malhechoras en la colectividad.

Como se puede colegir, las historias de ficción nos alejan de la realidad, porque palpitan, como faena propia, el crear un espacio potencial de conflicto entre lo escrito y lo que capta el lector. La identidad del autor surge de la apreciación que tiene de la realidad porque es el formador de su propia estética, y por eso su ámbito textual no alcanza a afirmarse en el momento primario del suceso. La vida encuentra cauces dentro de la filosofía de cada autor para hacerla fructificar de acuerdo con su criterio.

De ahí que no se requiere una búsqueda profunda en el arte sino sellar un pacto con la moderación de las expresiones. La ilegalidad, como materia de la narrativa ha de permanecer vigente, sin que signifique que se constituya a propósito en alegato contra los marginales o sea el identificador de reos en el terreno abierto de las páginas de un libro. El autor o los personajes no pueden ser perseguidos por las leyes, no disgregados de la sociedad o acusados por un disparatado argumento emergente de especímenes repudiados por la comunidad.

Fuente: LA PATRIA
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