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Domingo 10 de marzo de 2019

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Cultural El Duende

Giovanni Papini

10 mar 2019

Por Albert Qui

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No tenía diez años y ya devoraba toda clase de libros.

-¿Quieres leer? Arriba los tengo en un cesto -le dijo su padre carpintero de profesión.

En el desván encontró el cesto cubierto de virutas. Giovanni las apartó y buscó los libros con la misma avidez de una pirata que saca un tesoro.

Con voracidad leía páginas y más páginas. De un libro pasaba a otro sin descanso. Los libros eran todo su mundo.

Los familiares y los extraños le miraban con curiosidad.

-Giovanni, eres un viejo.

La frese era cierta, pero le dolió, porque vino precisamente de su tía. El aceptó la frese, el calificativo, en silencio. Se consideraba a sí mismo con un sapo pensativo y hosco. Vivía alejado de todos. No jugaba.

Su mundo eran los libros y para comprarlos le sacaba dinero a su padre del bolsillo. Se quedaba con el cambio al ir de compras para su casa. No le importaba vender papeles, trapos viejos, y lo que fuere, con tal de poder conseguir la compra de algún libro.

Su mundo eran los libros y para comprarlos le sacaba dinero a su padre del bolsillo. Se quedaba con el cambio al ir de compras para su casa. No le importaba vender papeles, trapos viejos, y lo que fuere, con tal de poder conseguir la compra de algún libro.

¡O TODO, O NADA!

Cuando Papini tuvo acceso al Millón de libros, que era la biblioteca de Florencia, le pareció que el mundo era pequeño.

Empezó por las enciclopedias. A veces quería la significación de una palabra, o una explicación, y se encontraba con el véase tal otra, y allí no estaba lo que buscaba.

-Voy a hacer una enciclopedia. Será la más completa de todas. No tendrá ninguna falla.

Y la verdad es que comenzó con un entusiasmo bárbaro. Consultaba montañas de libros, después de dos meses de un trabajo ímprobo cayó en la cuenta de que era demasiado para un hombre solo.

-Escribiré una Historia Universal. La de César Cantú no vale, es de un católico. Tiene que ser una historia racionalista y revolucionaria, pues soy como mi padre: ateo y republicano.

De nuevo tomaba libros y más libros para consultar. Su mesa parecía un montículo. Gastó papeles por kilos escritos en la biblioteca y en su habitación por las noches a la luz de una vela. Era demasiado? Y lo dejó de nuevo por su lema era "¡O todo o nada!"

Para poder escribir sobre el "Cantar del Mio Cid" aprendió el castellano antiguo, el portugués y el catalán.

Para la crítica de la Biblia, escribía con caracteres hebraicos.

Sus esfuerzos enciclopédicos no llegaron al objetivo primario propuesto, pero no perdió su tiempo, porque se enriqueció inmensamente en lo cultural.

UN PERI?DICO REVOLUCIONARIO

Papini adquirió una extraordinaria erudición. Encontró amigos que quisieron correr la aventura de fundar un periódico. Eran jóvenes y tenían mucho que decir a las generaciones adultas.

Se pensó en diversos nombres y, finalmente, se acordó llamarlo "Leonardo". Los treinta fundadores y afiliados ponían una cuota. Tenía que salirse de los moldes comunes y trillados. Su característica sería violento y nada de papel blanco y liso. Todo lo contrario: papel oscuro y áspero como las ideas, que debían llegar al pueblo.

Salió el primer número y consiguió el escándalo. Levantaba ampollas, quemaba a muchos? Los editores sonreían satisfechos, porque ese había sido su objetivo.

Las polémicas, que se entablaban entre ellos mismos, hizo que muchos de los colaboradores se fueran alejando. Se quedó casi solo, pero siguió adelante con el periódico.

Al mismo tiempo publicó su primer libro: "El crepúsculo de los filósofos". La acogida fue de mucho entusiasmo hacia el joven escritor. La prosa papiniana, ácida y escalofriando, impactó por su estilo lleno de personalidad.

SUICIDIO Y REBELDÍA

Papini lector de las obras y seguidor de Schopenhauer, el filósofo del pesimismo, propugnó el suicidio. ¿Quién no ha experimentado el deseo del suicidio? Pero no hablaba del suicidio individual, sino masivo. Los hombres debían empaparse de las desgracias que les agobiaban y luego ponerse de acuerdo para determinar la fecha en que juntos, con Papini al frente, se quitarían la vida.

No pasó de ser eso: ideas.

Las ideas filosóficas de Papini pasaron por diferentes escuelas: del pesimismo de Schopenhauer al positivismo, luego a un monoteísmo panteísta; del monoteísmo al idealismo y del idealismo al yo. Para llegar a afirmar "El mundo soy yo".

Junto con sus ideas filosóficas no faltaban los pensamientos políticos, que estaban anclados en el anarquismo.

Con sus rebeldes veinte años no le faltaban seguidores para planificar la toma del poder de su ciudad natal, Florencia.

¿HACIA D?NDE VA

PAPINI?

Papini, el escritor temido, llegó a publicar en el "Regno" de Corradini: "Con cuatro axiomas, ni probados ni probables, de un materialismo grosero y prehistórico que se hace pasar por el último producto del pensamiento y con diez frases gruesas del espiritualmente fofo Voltaire, con alguna figura obscena, o cierta frase trivial, se cree abatir aquel profundo movimiento psicológico que ha sido el cristianismo y aquella admirable organización que ha sido la Iglesia Católica".

"Se cree ser hombres sabios negando a Dios y haciendo mofa de los sacerdotes, y se muestra, en cambio, no haber comprendido lo uno ni los otros"

¿Cómo podía escribir esto el ateo Papini? ¿Qué le estaba sucediendo?

Los anticlericales y materialistas estaban inquietos y temerosos por los nuevos caminos que pudiera seguir.

"Rinnovamento" era una revista cristiana con un nuevo ropaje. Le invitaron a colaborar y lo hizo. Roma excomulgó esta publicación porque caía bajo la herejía del Modernismo.

A Papini le tuvo sin cuidado la excomunión. ?l siguió adelante colaborando con la revista.

Más tarde leyó las obras de Loisy, uno de los dirigentes del Modernismo y comprendió que la cosa no iba. Escribió una carta abierta a la revista modernista "Nova et Vetera" con el título: "¿Dónde metéis la moral?" en ella manifestaba que se había equivocado y por tanto retiraba su colaboración.

Jamás Papini fue hombre de medias tintas. Por encima de todo quería la sinceridad.

HISTORIA DE CRISTO

El genio de Papini busca la luz.

Escribió: "Sócrates quiso reformar la razón; Moisés reformó la ley; otros se contentaron con cambiar un ritual, un código, un sistema, una ciencia. Pero Jesús no quiere mudar una parte del hombre, sino todo el hombre, de pies a cabeza. Es decir el hombre interior, el que es motor y origen de todas acciones y palabras del mundo".

Llegó la guerra y Papini reflexionó ante los desastres que asolaban al mundo. Releyó a Tolstoi y Dostoievsky. Le pareció que el cristianismo remedia tantos desastres que aquejan a la humanidad.

Pero, ¿quién era Cristo para Papini?

"Prosiguiendo en mis solitarias y ansiosas meditaciones, vine a persuadirme de que Cristo, maestro de una moral tan opuesta a la naturaleza de los hombres, no podía haber sido solamente hombre, sino Dios".

El Sermón de la Montaña le maravilló. Por eso escribió en la "Historia de Cristo": Quien lo ha leído una vez y no ha sentido, al menos en el breve momento de la lectura, un estremecimiento de agradecida ternura, un principio de llanto en lo más hondo de la garganta, un ansia de amor y remordimiento? quien no ha experimentado todo esto, mejor que ninguno otro merece nuestro amor, porque todo el amor de los hombres no podrá nunca compensarle de lo que ha perdido.

En pocos años se vendieron cinco millones de su "Historia de Cristo".

Sus ansias de obras monumentales quedarán en el "Juicio Universal" y "El Informe sobre los Hombres"

Tomado de "Presencia Dominical" - julio, 1989

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