La fe del trabajador minero es una muestra de sincretismo incomparable

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La celebración del Carnaval de Oruro que todavía se prolonga el fin de semana, tuvo su día de mayor significación devocional y tradicional, el sábado pasado, cuando miles de danzantes devotos rindieron pleitesía a la Virgen del Socavón, la Madre o la Patrona de los mineros. Se trata de un hecho incomparable con la demostración de fe y devoción de miles de danzantes que despliegan, voluntad, entusiasmo y esfuerzo para cumplir su cometido.

Hay que recordar que el Carnaval de Oruro, ha sido reconocido por la Unesco como la Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, designación motivada en una investigación profunda de los orígenes y las condiciones que conformaron una celebración que entra en una clara muestra de sincretismo, "un sistema religioso" que pretende conciliar doctrinas diferentes, cierto, aunque en el caso de Oruro y su carnaval las dos posiciones confluyen finalmente en una sola.

Para explicar el interesante fenómeno, especialmente en lo que corresponde a los mineros su fe y devoción por la Virgen del Socavón, tiene su otra parte de paganismo cuando le rinden culto al "tío de la mina", en la significación práctica al diablo a quien le piden riqueza, lo que se entiende como una suerte de esperanza para encontrar en el interior de la mina mucho y buen mineral. Pero no olvidan su compromiso con la Virgen, a la que agradecen por cuidar su vida, facilitarles el trabajo y alcanzar objetivos de bienestar en el hogar.

En ese proceso especial, los mineros fueron los primeros "diablos" al organizarse para conformar un grupo que "baile" para rendir pleitesía la Virgen, de ahí que los mineros devotos dan lugar a la "diablada". En hechos que son marcados por el siglo de existencia, otro grupo de trabajadores manuales como los "carniceros" a quienes se los conoce también como los "mañasos" son fundadores de la diablada, institucionalmente organizada, mostrando fe y devoción y cumpliendo una "promesa" de bailar tres años en homenaje a la Virgen y pedirle bienestar, salud y tranquilidad, seguridad laboral. Lo mismo que en la actualidad y en las minas del occidente, siguen pidiendo los mineros.

El resultado de esas demostraciones devocionales se ha extendido por años y se trata de miles y miles de ciudadanos, hombres y mujeres que bailan en el carnaval con la motivación de esperar respuesta a su pedido a la Virgen del Socavón, comprometiendo su baile y su esfuerzo mínimamente por tres años. En la historia de varios grupos folklóricos se cuenta que hay devotos que han pasado de 20 años en su trayectoria de danzarines.

Se suma a este proceso otro que está enmarcado en la mitología andina que refiere con otro matiz interesante, la presencia de la doncella patrona de los Urus, para salvar a esa comunidad de las plagas que envió el dios Wari, enfurecido con esa comunidad por su pleitesía a la Virgen. La mitología refiere que Huari envió cuatro plagas, eran animales gigantes, como una víbora, un sapo, miles de hormigas y un lagarto que debían dar fin con la comunidad Uru, pero surgió la doncella salvadora, a la que se reconoce como la Virgen (del Socavón) que enfrenta las plagas y las convierte en figuras pétreas, que en el tiempo presente se conservan en cuatro sitios de la ciudad. Huari fue derrotado y se acrecentó la devoción por la Patrona de Oruro, que recibe pleitesías con la presencia en el carnaval de miles de sus devotos.

Una simbiosis extraordinaria que es básicamente el sentido inigualable de un carnaval que se realiza en Oruro, departamento reconocido como la Capital del Folklore de Bolivia, donde se puede observar esa síntesis de sincretismo que se confirma en el hecho práctico y real que demuestran cada año miles de danzarines devotos de la Virgen del Socavón, que disfrazados de diablos, morenos y de otras manifestaciones representativas de otras regiones del país dan paso a la maravilla incomparable que se inició en oscuros socavones mineros. Bibliografía especial.