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Sábado 02 de marzo de 2019

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Revista Tu Espacio

EL ARTISTA DE LA SEMANA - MARIO HUGO PELAEZ

Crónicas de un orureño nacido en Jujuy

02 mar 2019

Por: Vannia Isabel Miranda Pinaya - Exclusivo para Tu espacio

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"Aunque no soy de aquí me siento orureño, bien orureño, aunque no tenga estirpe de un gran moreno, yo soy moreno, porque está tierra embruja propios y extraños" dice parte de la letra que Edgar Rojas Casazola compuso y es tan cierto. Nuestra tierra Orureña tiene la magia de envolver a cada persona que pasea sus calles, que visita el santuario, que tiene la oportunidad de disfrutar la magia de su cultura y por supuesto el majestuoso carnaval.

Nació en San Salvador de Jujuy Argentina en septiembre de 1936, con apenas un año de vida sus padres se trasladaron a La Quiaca frontera con Villazón Bolivia y ahí vivió toda su infancia hasta culminar sus estudios primarios en el año 1949, al no existir en La Quiaca un colegio secundario su padre decide enviarlo a Oruro, Bolivia, donde él tenía familia.

Contrario a sus pretensiones de querer estudiar en la República de Argentina desde el mismo instante de su partida hubo un muchas primeras veces para él, la separación de su madre, viajar en tren, abandonar su pago, conocer otra ciudad nada comparada con su humilde pueblo, una ciudad con calles pavimentadas, multitudes de vehículos, casas de dos pisos que en La Quiaca no se conocía, por primera vez vio la familia de su padre, abuelos, tíos primos, hicieron una pequeña reunión, conoció la concertina ejecutada por su padre y en ese preciso instante se hizo la promesa de aprender a tocarla.

Contrario a sus pretensiones de querer estudiar en la República de Argentina desde el mismo instante de su partida hubo un muchas primeras veces para él, la separación de su madre, viajar en tren, abandonar su pago, conocer otra ciudad nada comparada con su humilde pueblo, una ciudad con calles pavimentadas, multitudes de vehículos, casas de dos pisos que en La Quiaca no se conocía, por primera vez vio la familia de su padre, abuelos, tíos primos, hicieron una pequeña reunión, conoció la concertina ejecutada por su padre y en ese preciso instante se hizo la promesa de aprender a tocarla.

"De los 20 años que me ocupo vivir en Oruro al que consideró mi pago adoptivo guardo hermosos recuerdos imperecederos grabados en el fondo de mi corazón y que hoy lo recuerdo con mucha nostalgia sería imposible abarcar en tan poco espacio las innumerables vivencias felices por cierto a lo largo de las 2 décadas de estadía de ser parte de mi vida cotidiana en esta ciudad del Pagador. A las pocas semanas de mi llegada fui testigo ocular de un acontecimiento digno de admirar me refiero al carnaval de Oruro, no podía dar crédito a tanta fantasía me pareció estar viviendo en el país de las maravillas, la policromía de los uniformes de las distintas comparsas, la coreografía de sus bailes al compás de alegres ritmos musicales despertaba el entusiasmo de la multitudinaria concurrencia local y de los miles de visitantes del interior del país en ese entonces la entrada empezaba en horas de la tarde y el recorrido era por la avenida 6 de octubre, la Bolívar, la avenida cívica, hasta rematar en la iglesia de la Virgen del socavón" nos dice Mario Peláez.

Todos hablamos de la patria como el país donde nacemos, o donde nos hemos formado y educado, y no son muchos los que le agradecemos. Más que un pedazo de tierra, la Patria son las vivencias de nuestros seres queridos y las personas con las que compartimos tristezas y las alegrías.

"Me inscribieron en el colegio Aniceto Arce y así fueron pasando los días semanas meses adaptándome al estilo de vida de mi flamante familia, incorporaba a mi gusto sus comidas, su música, su historia apasionante por cierto y su dialecto, el quechua obligado por las circunstancias ya que en las reuniones de amigos alternaban castellano con el quechua, llegaban las fiestas patrias que se prolongaban por tres días consecutivos del 5 al 7 de agosto vi concentrado a toda la comunidad estudiantil que conformaban una marea humana de jóvenes y niños que con verdadera Unión cívica, desfilaban frente al altar patrio la emoción me embargaba cuando mi colegio pasaba, me sentía orgulloso de ser parte de este maravilloso espectáculo, de confesar también que el uniforme del Colegio Nacional Bolívar con su pantalón blanco saco negro y gorra militar era del agrado del público. Egresé del colegio el año 1955 ingresé a la facultad de ingeniería al año siguiente en el mes de septiembre del 56. Fue llamado al servicio militar obligatorio y con ese pretexto abandoné mis historias y el día 20 de octubre conocí por primera vez mi ciudad natal San Salvador de Jujuy. En el año 1958 retomé mis estudios de la facultad para ese entonces yo ya dominaba perfectamente la concertina y ese mismo año formamos el conjunto universitario junto a Livio Cuéllar también de la facultad de ingeniería, l Freddy Villarreal de ciencias económicas, ambos ejecutaban la guitarra y Celestino Campos en el charango, de las innumerables actuaciones que nos ocupa realizar me voy a referir sólo a una, fue cuando llegó el cantor de los 100 barrios porteños Alberto Castillo nos contrataron para hacer el relleno en el teatro imperio después de la actuación y ya en los camarines los integrantes de la orquesta y el propio Castillo sé mostraron entusiasmados por el diminuto instrumento que bautizamos con el nombre de" el hijo del bandoneón" como un homenaje a ilustres visitantes tocamos los tangos "Tomo y obligo", " fumar es un placer"," el tango boliviano ilimani " y para rematar tocamos "La cumparsita" para nosotros fue una noche inolvidable por los elogios de que fuimos objeto en el año 1966, el 13 de la facultad y el conjunto se disgregó, cada uno tomó un rumbo diferente yo me fui a Huanuni, Villarreal a Santa Cruz, Celestino Campos a La Paz y Livio Cuéllar se quedó en Oruro."

El amor a la Patria es un valor cívico que se aprende en primer lugar en el hogar, luego se nutre en la escuela y se va perfeccionando hasta que llegamos a ser personas útiles a la sociedad. Esbozamos toda una simbología que toma vida de forma sacra en la bandera, el árbol, el pájaro nacional; en su himno, ante el cual nos ruborizamos de emoción; en un escudo, reflejo de nuestra cosmovisión; en sus fiestas cívicas.

" Finalmente en enero de 1970 ya con esposa y dos hijos regrese definitivamente a mi pago, donde actualmente vivo a pesar de la distancia que nos separaba, las huellas de nuestra amistad siempre estuvo vigente como mis raíces, estaban en Bolivia, yo viajaba ocasionalmente a La Paz a Sucre o a Santa Cruz de la Sierra donde encontraba a mis amigos en el año 2005 después de casi cuarenta años, cumplimos nuestro sueño de reencontrarnos en Santa Cruz de la sierra y todos veteranos, no existen palabras para describir la emoción que nos embargaba por tan feliz acontecimiento"

Sin duda el amor a la Patria o a la tierra que te acoge va más allá que el reconocimiento reverente que damos a esos signos. Denota personalización, introyección. Significa permitirle a la Patria ser la madre de todos/as, y sentirse acogido/a por ella; que tengamos las mismas oportunidades y que cada uno sea respetuoso de los acuerdos consensuados en su seno, para que reine la equidad, la paz que conduce a la estabilidad emocional en los individuos y en la familia. Gracias a Mario Peláez que se ha permitido escribir melodías para está nuestra tierra. Es por eso lo nombramos EL ARTISTA DE LA SEMANA.

(*) Contacta a Lic. Vannia Miranda

Cel. 72479819

vannibel1980@gmail.com

demitierraoficial@gmail.com

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