Yo soy Julio Párraga, hace siete años que he muerto, digo me mataron. Y ahora he decidido entrar a la casa blanca donde vive Lucila, mÃa la noche de mi muerte. Los muertos recientes me contaron que ella vivÃa aquà en la Rayuela y tenÃa un hijo: nuestro hijo.
Pobre mi hijito, dice mi mami. Yo no digo nada. La dejo hablar sola, subo las gradas y me pongo a jugar con el gato. ¡Santo, venÃ, dice mi mami. ¡Ese gato es la Trampa!
Asà debe ser, porque llega la noche y comienzan a brillarle los ojos, su maullido se vuelve viento y desaparece. Entonces me pongo a mirar la luna ensartada en las espinas del chirimolle. Sopla el viento, la luna se desprende y queda colgando en la noche.
Mami Luz dice que al Julio le dio la luna y que mi gato es la Trampa y yo no digo nada.
Todas esas fantasÃas me empujaron a buscar a Lucila. Salà de mi cajón y me fui a Guadalupe a tomar chicha con los vivos. Al amanecer me vine a la Rayuela. Ahora toda la pampa está verde y húmeda. He pasado la muralla cubierta de enredaderas, más allá la yerba forma surcos torcidos hasta el patio, la senda entre dos hileras de flores lleva a la casa, tan blanca como a punto de esfumarse.
-¡Santo! ¡Ande vas! -la madre desde su encierro.
-¿Mami? -el niño en el patio.
-Venà a las gradas a botar este...
-Voy a buscar mi gatito. Lo he soñado rondando la casa.
-¡Venà a botar este gato muerto de las gradas!
Manuel Vargas Severiche.
Vallegrande, 1952. Escritor.
De: "Cuentos tristes" 2004
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