Indeclinable propósito de algunas mujeres

Cuando los humanos se proponen acariciar algún objetivo, por más inalcanzable que parezca, lo logran, más aún si se trata de mujeres. Referente al enigma no resuelto aún por la Iglesia Católica sobre la ordenación de mujeres al sacerdocio, surgen las figuras de algunas mujeres que entrevistadas por la televisión alemana (Deutsche Welle), declaran que serán las primeras sacerdotisas católicas.

Lo precitado surge en Suiza, donde ya se ejerce la predicación por las mujeres que, formadas exigentemente en el Diaconado, pueden celebrar misa, impartir comunión, bautizar, dar la extremaunción, bendecir matrimonios; siendo la única limitación el consagrar.

Que exista este brote indisimulado y abierto propósito legítimo de las mujeres de alternar con el hombre en las funciones del sacerdocio en un país tan importante de Europa como Suiza, debería motivar la acción inmediata de Roma a iniciar sin dilación, el esbozo de una reforma al respecto, basándose en la historia que nos enseña todos los días que las instituciones no subsisten en su máximo fulgor sin reformas.

Las mujeres que realizan estos importantes menesteres eclesiásticos, para los fieles católicos, declaran sin eufemismos que seguirán en la lucha indeclinable, afirmando "ich werde kaempfen so lange es bin", que significa luchar por ello hasta su propia extinción, que no es poco; es una declaración de vida.

La Iglesia Católica, por los resabios aun influyentes de numerosos cardenales que dificultan la acción renovadora del Papa, tarda demasiado en tomar decisiones0 que inevitablemente solo procrastinan su propio debilitamiento y el rango monumental de importancia en relación a otras iglesias, además, el abandono masivo de sus fieles.

En este tema puntual que no se puede traslapar, hubiese sido ideal que ante esta manifestación de algunas mujeres en Suiza asumida sin eufemismos y respaldadas por sus conocimientos, pues muchas de ellas son eminentes teólogas con tesis universitarias sobresalientes, sean visitadas por prelados de Roma, de la Curia en Suiza, o mejor, convocadas a Roma para dar inicio a una solución cierta plasmada en una reforma, cuya necesidad es cada vez más incontenible.

La Iglesia, piensan la mayoría de los fieles, a los que me sumo yo, no debería haberse visto involucrada universalmente, en afanes tan deplorables y denigrantes de exacerbación y exiguo control de la pulsión sexual de sus miembros sacerdotes, en los recurrentes escándalos de pedofilia.

Estas dolorosas circunstancias, que lastiman al humilde fiel, podrían haberse evitado y por sobre todas las cosas, haber impedido que estas depravaciones desestructuren moralmente a las víctimas de por vida, si la propia Iglesia no se hubiese coludido con el delito para proteger a sus miembros.

Ahora el daño es irreparable para esos inocentes niños y jóvenes que vivirán, hasta el último día de sus vidas, estigmatizados externamente, e internamente, que es lo grave, no podrán superar el daño moral.

(*) Abogado, posgrados en Interculturalidad y Educación Superior. Filosofía y Ciencia Política (maestría), Alta Gerencia para abogados, Docencia en Educación Superior, Conciliación y Arbitraje, doctor honoris causa (IWA-Cambridge University, USA).