En 1988, la creciente demanda de litio, indujo a que se invitara a la empresa estadounidense Lithco, a negociar un contrato para la explotación del litio en el Salar de Uyuni. Hubo, entonces, encendidas crÃticas, especialmente provenientes de sectores radicales, y la iniciativa no prosperó. Sin embargo, el siguiente año se prosiguió con las negociaciones y se suscribió un borrador de contrato. El resultado fue el mismo: "durante meses, hubo declaraciones, foros y seminarios, marchas de protesta, huelgas de hambre, bloqueos y una extrema convulsión social en PotosÃ", lo que provocó el fracaso del proyecto. (Ver Walter Orellana Rocha. El litio: una perspectiva fallida para Bolivia. 1995).
Acaba de celebrarse con gran despliegue propagandÃstico, que el gobierno ha concertado la explotación del litio en Bolivia con una empresa china. La intención es inobjetable; claro, en principio, pues aparecen dudas, cuando se recuerda que la minerÃa se agotó sin aportar a la diversificación de la economÃa nacional. Esto mismo está por suceder con la explotación del gas natural cuyas reservas van disminuyendo y que, ciertamente, al final se agotarán.
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