Una necesidad vital y de supervivencia mueve a cubrir una búsqueda existencial, trascendental y de sentido. La venerada imagen de Nuestra Señora (de la Candelaria) del Socavón de Oruro, fue colocada ahí, y sostenida, por la fe del pueblo creyente -no sólo por los misioneros-, también por aquellos que trajeron la fe de sus mayores, los que trabajaban las minas obscuras, con tenebrosos socavones, moradas de fuerzas demoniacas, y que, como nadie necesitan de la luz? por eso quién sino la Candelaria y no otra podría ser la Patrona de los mineros, la que porta la Luz.
Llama la atención, que en la fiesta de Nuestra Señora de la Candelaria este año, desde las instancias oficiales de la Diócesis de Oruro se invitó al pueblo creyente a celebrar «el cumpleaños de la Mamita», una distorsión absoluta del sentido de la fiesta de la Candelaria.
No significa lo mismo devoción que culto, el culto es un deber de justicia, la devoción importa relación con el amor, por lo que la devoción incluye más cosas que el culto. Etimológicamente del latín «devovere» o consagrar, significa entrega, sacrificio en aras de la religión o de la patria. Aplicada a la Santísima Virgen significa consagración a Ella. La devoción a Nuestra Señora no puede equipararse a la devoción de un santo, que puede interceder por nosotros, la devoción mariana no es una devoción católica más, porque sólo Ella es el acueducto de las gracias y favores divinos, como dicen los más eminentes santos marianos, como San Bernardo, San Luis María de Montfort y San Alfonso María de Ligorio.
Pero es necesario profundizar algo más sobre la verdadera devoción a María. Los Santos y los Doctores y el Magisterio eclesiástico, nos repiten la «necesidad moral» de que los católicos tenemos de la devoción a Nuestra Reina y Madre para alcanzar al fin de nuestra existencia, la salvación eterna. «Tanta es la grandeza de María, afirmó el papa León XIII, tanta la gracia de que goza ante Dios que el que, necesitando ayuda no acude a Ella pretende volar sin alas».
Pero es necesario profundizar algo más sobre la verdadera devoción a María. Los Santos y los Doctores y el Magisterio eclesiástico, nos repiten la «necesidad moral» de que los católicos tenemos de la devoción a Nuestra Reina y Madre para alcanzar al fin de nuestra existencia, la salvación eterna. «Tanta es la grandeza de María, afirmó el papa León XIII, tanta la gracia de que goza ante Dios que el que, necesitando ayuda no acude a Ella pretende volar sin alas».
Pero, ¿de qué devoción se trata? Ciertamente no será devoción verdadera la de aquel que se entregase al pecado, en la confianza de que la Virgen le salvará del mismo. El que así lo hiciere manifestaría acogerse a la conocida fórmula herética «confía y peca». Una devoción semejante, lejos de honrar a María la injuria, pues pretende hacerla solidaria de sus iniquidades.
Habrá también una segunda pseudo devoción: la del pecador que invoca a María, pero sin decidirse a abandonar el pecado, nadie puede prometerse el auxilio maternal de la Virgen porfiando en pecar.
Sin embargo, San Luis María de Montfort, hablando del rezo cotidiano del Santo Rosario, dice: «Aun cuando os hallaseis al borde del abismo o tuvieseis un pie en el infierno, aun cuando hubieseis vendido vuestra alma al demonio, aun cuando fueseis un hereje endurecido y obstinado como un diablo, tarde o temprano os convertiréis y salvaréis, con tal que (lo repito y notad bien mis palabras y los términos de mi consejo) recéis devotamente todos los días el Santo Rosario hasta la muerte, para conocer la verdad y obtener la contrición y el perdón de vuestros pecados» (Montfort, Secreto admirable del Santísimo Rosario, n° 4).
Ergo, las palabras del Santo, nos llevan de la mano a la tercera categoría de devoción a la Virgen: la del que invoca a María suplicándole le arranque y desate de los lazos de sus pecados. Este tal cerca está de su redención.
Finalmente, la auténtica devoción a Santa María que lleva consigo la prenda de salvación, es la del devoto que se esfuerza por imitar sus virtudes, perseverando en su amor e invocación.
Así si la fórmula herética «confía y peca», y a toda vista practicada por tantos que se auto proclaman «muy devotos de la Virgen», contrasta con la fórmula católica, descrita por San Juan, que podemos aplicar a María Santísima de esta manera: «Hijitos míos, esto os escribo para que no cometáis pecado. Mas si alguno hubiere pecado, sepa que tenemos buena abogada ante Dios» (Cf.: I Carta, 2, 1).
El gran San Alfonso María de Ligorio, en su obra «Las glorias de María», nos dice: «Dos cosas son menester: la primera es que le ofrezcamos nuestros homenajes con el alma limpia de todo pecado. De otra suerte María podría echarnos en cara lo que, a un soldado vicioso, del que habla San Pedro Celestino. Este soldado no dejaba pasar día alguno sin hacer algún obsequio a la Virgen. Aconteció que un día se sintió acosado por el hambre; y entonces se le apareció María Santísima, presentándole exquisitos manjares, pero en un plato tan sucio que sentía indecible repugnancia en probarlos. "Soy -le dijo la Virgen- la Madre de Dios, que ha venido a mitigar el hambre que te devora". "Pero, en este plato ¿quién podrá comer?" "Y ¿cómo quieres que yo - repuso María- acepte tus obsequios, ofreciéndomelos con un alma tan manchada de pecados?"».
San Alfonso de Ligorio, en su misma obra recuerda que «todos los devotos de María tienen la piadosa costumbre de visitar con grandes demostraciones de afecto y devoción las imágenes de María y las iglesias dedicadas a su culto. Estas son las verdaderas ciudades de refugio, dice San Juan Damasceno, donde estaremos al abrigo de las tentaciones y de los castigos merecidos por nuestros pecados».
En tres campos fácilmente se descontrola el hombre: el alcohol, la lujuria y la avaricia, de ahí que, hay purificaciones pendientes en la verificación del Carnaval de Oruro.
Ojalá que los actuales administradores del Santuario de Nuestra Señora del Socavón -la Orden Siervos de María- hagan todo lo posible, para evitar que los días de Carnaval la Casa de Dios y de María del Socavón se convierta en dormitorio de músicos ebrios, y en el refugio de quienes perdiendo todo sentido de conciencia moral hacen del mismo cualquier otra cosa.
german_mazuelo_leyton@yahoo.com
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