Los sentimientos

Puede parecer osado, por la extensión, definir sentimiento como emoción, impresión, pena, dolor, tristeza, pesar, afección, efusión, gusto, sabor, alegría, gozo, amor, aborrecimiento, conmoción, sensación, explosión, estremecimiento, reconcomio, estado de ánimo, disposición, temple, rumor, ambiente, atmósfera, pasión, compasión, afectividad, instinto, sensibilidad, cordialidad, sensiblería, delicadeza; todos estos vocablos estructuran con aproximación el ámbito inextricable de los sentimientos.

Por ello trataré en esta columna, sugerir algunos cuestionamientos al lector, para que pueda meditar sobre la importancia de la introspección que es conocerse a sí mismo, ejercicio intelectivo profundo que nos legó el gran Sócrates y si todos lo haríamos cómo nos ayudaría a vivir en armonía y respeto a los derechos del otro.

¿Son los sentimientos constituyentes de la identidad? lo son, pues los sentimientos son disposiciones internas y estructuran una parte fundamental del carácter, que circunscribe no solo los sentimientos de la alegría, la emoción, la pulsión sexual, sino también la angustia, el pesar, la depresión.

¿Estamos determinados por nuestros sentimientos? Naturalmente, siendo necesario comprender que nadie puede desconectarse de los sentimientos, pero sí atenuarlos con la fuerza cognitiva y la sensatez, antes de tomar determinaciones que pueden afectar al sujeto y a terceras personas.

¿Determina la sensatez el sentimiento o se produce una acción inversa? La sensatez regula la conducta, que significa un gran elemento de ayuda para no obrar irracionalmente, debido a que los humanos para vivir y sobrevivir estamos constantemente sometidos a disensos emocionales y disensos cognitivos, lo que nos conduciría irremisiblemente a la interrogación ¿Es mejor una gota de emoción que un océano de sensatez?, difícil interrogante, que solo se puede absolver con aproximación, afirmando que la sensatez genera determinaciones seguras y en este proceso presidido por la sensatez tratamos de extraer lo mejor de los sentimientos.

¿Estamos poseídos por las determinaciones de los sentimientos? La pérdida de control de los sentimientos es una constante en los humanos; sucede que en estos casos debe considerarse que no hay una jerarquía en los sentimientos lo cual hace más difícil la situación, ejemplificando: ¿Estoy loco por ella?, situación que apunta a un fehaciente conflicto pues la expresión significa que el individuo ya ha cedido ante sus irrefrenables sentimientos y pierde el control. Estas reacciones son las que dejan su impronta definitivamente en los humanos, empero, no estamos determinados por el caos.

Los sentimientos y la moral van unidos dependiendo de nuestra valoración, pues ésta es vital, para tomar una actitud asumida con sentimientos involucrados, la misma que decanta en un resultado moral; de esta forma se puede cuestionar posteriormente la actitud, por la relación concomitante con la moral.

¿Necesita la política incluir la emoción como condición sine qua non? Toda política requiere de emoción, pero ¿Será una conditio sine aequa non, es decir, una condición ineludible e imprescindible? Los ciudadanos se imaginan con vehemencia tener como sus autoridades a personas que obren pragmáticamente, racionalmente y resuelvan los problemas de la comunidad desembarazados de la política, que sería lo ideal, empero, en la actualidad sobrevino una degeneración de este deseo legítimo de toda población en el populismo, debido a su inequívoca característica de exacerbación de las emociones.

Finalmente, hoy nos enfrentamos a la digitalización y la emoción, y me permito dejar al lector la última interrogante ¿Vivimos en un mundo de manipulaciones recíprocas?

(*) Doctor, Abogado, posgrados en Interculturalidad y Educación Superior, Filosofía y Ciencia Política (maest), Conciliación y Arbitraje, Alta Gerencia para abogados, Docencia e Educación Superior (maestría), doctor honoris causa. (IWA-Cambridge University, USA).