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Domingo 17 de febrero de 2019

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Revista Dominical

Medinaceli en el recuerdo

17 feb 2019

Por: Juan José Toro Montoya para Ecos - Presidente de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP)

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En 1958 no habían transcurrido diez años de la muerte de Carlos Medinaceli Quintana, pero su recuerdo seguía latente en Potosí, la ciudad que él asumió como suya. El jefe del distrito escolar, René Calvo, y el inspector de educación secundaria, Ricardo Bohórquez, afrontaban un problema: el crecimiento de la población estudiantil. Los dos colegios de varones, Pichincha y Calero, y los dos liceos de mujeres, Sucre y Santa Rosa, ya no daban abasto para más alumnado. Fue entonces que se decidió la fundación de un nuevo establecimiento, el Colegio Nacional Mixto Carlos Medinaceli.

La historia de este establecimiento, que ya ha rebasado el medio siglo, es tan larga y rica que amerita todo un libro. Uno de sus méritos es su carácter pionero, ya que fue el primero con carácter coeducativo; es decir, destinado a la educación tanto de varones como de señoritas, algo impensable en un momento histórico en el que el machismo era una de las condiciones prevalentes de la sociedad boliviana.

Para ese tiempo, un colegio mixto era un desafío, pero el enfrentamiento a los retos fue una característica de Carlos Medinaceli. Bien lo sabía Ricardo Bohórquez que lo conoció personalmente pues fue uno de los últimos en ser incorporado a la primera generación de Gesta Bárbara (1).

Para ese tiempo, un colegio mixto era un desafío, pero el enfrentamiento a los retos fue una característica de Carlos Medinaceli. Bien lo sabía Ricardo Bohórquez que lo conoció personalmente pues fue uno de los últimos en ser incorporado a la primera generación de Gesta Bárbara (1).

Quizás por eso, el nombre que se eligió para el nuevo colegio, fue el del autor de "La Chaskañawi". Potosí tiene otro Carlos Medinaceli en su historia, el vencedor de la Batalla de Tumusla, pero los fundadores del establecimiento fueron específicos, el colegio llevaría el nombre del escritor.

Con ese propósito se siguió los trámites para la expropiación de un antiguo hotel, que estaba ruinoso y con riesgo de derrumbarse en la hoy Avenida Villazón, cerca de la estación del ferrocarril. Una vez conseguido ese propósito, se refaccionó el edificio y el Colegio Nacional Mixto Carlos Medinaceli fue fundado a las 15:00 del miércoles 11 de marzo de 1959. Comenzó a funcionar con seis cursos de manera oficial a partir del 2 de abril de ese año, bajo la dirección del profesor Tomás Delgadillo.

Durante sus casi 60 años de existencia, educó a generaciones y conquistó varios lauros. Sus colores deportivos son el amarillo y negro y es por eso que su mascota es un tigre. Su edificio, ubicado en el lugar donde el colegio fue fundado, fue refaccionado y ampliado el año pasado por la Alcaldía de Potosí, con una inversión que rebasó los 4,3 millones de bolivianos. Ahora, además de tener sus aulas remodeladas, cuenta con un coliseo para sus aproximadamente 800 alumnos.

MÃS COLEGIOS

"A las nueve ha comenzado a repicar la campanita de la capilla de San Javier, llamando a misa. Señoras y señoritas, cholas e indias, se encaminaban al templo. La capilla se encuentra en la plazuela llamada de ´San Javier´, a la cabecera del pueblo, avanguardada en sus tres frentes por el caserío y al Norte, por el cinturón blanquecino del ´dique´".

Quienes lean "La Chaskañawi" encontrarán en esa y otras descripciones referencias inequívocas a Cotagaita, capital de la provincia Nor Chichas del Departamento de Potosí. Hasta ahora, se repite que San Javier de Chirca es, en realidad, Santiago de Cotagaita que, en palabras del protagonista de la novela, Adolfo Reyes, era un "pueblo que se enorgullece de sus ´tradiciones heroicas´, de su soberbio nombre" y "ceremonioso cuanto a cumplimientos sociales". Debido a ello, esa ciudad intermedia es denominada "la tierra de la Chaskañawi" y allí, en la Plaza de Armas 27 de Octubre está un busto de Carlos Medinaceli.

Sin embargo, a diferencia de Adolfo, Medinaceli no vivió en Cotagaita sino en un pueblito todavía más pequeño ubicado unos 25 kilómetros más allá, Vichacla. En ese lugar estuvo la hacienda de Francisco Medinaceli, el padre de Carlos, y lo más probable es que ese haya sido un solar familiar, herencia de antepasados entre los que se cuenta Carlos Medinaceli Lizarazu, el vencedor de Tumusla.

La construcción está ruinosa, pues de ella solo quedan los muros, pero, tras el entusiasmo por el hallazgo de los restos de Medinaceli en La Paz, la Gobernación de Potosí inició trámites para su restauración y conversión en museo.

Tanto en Cotagaita, que está a 180 kilómetros de Potosí, en el camino hacia la Argentina, como en Vichacla existen sendos colegios con el nombre de Carlos Medinaceli y ambos están dedicados a la memoria del escritor. El de Cotagaita es de nivel secundario, mientras que el de Chequelte, ubicado justo enfrente de la hacienda, tiene inicial y primaria.

Además, en el municipio de Cotagaita existen otros establecimientos con el nombre de Carlos Medinaceli, uno en Rosario y otro en Witahui, ambos de niveles inicial y primaria.

En Colquechaca, capital de la provincia Chayanta, existe otro colegio con el nombre de Carlos Medinaceli y en la jurisdicción de ese municipio existe otro, en Yacona Baja.

En Llallagua, ciudad intermedia de la provincia Bustillo, existe una escuela con ese mismo nombre, solo con el nivel primario y, finalmente, en Tomave, en la provincia Antonio Quijarro, está la unidad educativa Carlos Medinaceli de Altipampa.

En total existen nueve escuelas y colegios con el nombre de Carlos Medinaceli en el Departamento de Potosí mientras que, según confirmó el director departamental de educación de Chuquisaca, Humberto Tancara, en su jurisdicción no existe uno solo.

Existen, en cambio, una unidad educativa con ese nombre en Cochabamba, en el camino a Buena Vista; y en La Paz, en Tembladerani.

Estos datos confirman, por una parte, la trascendencia que tuvo su obra en la literatura boliviana y, por otra, cuál fue la tierra que lo quiso y aceptó más.

(1) La pertenencia de Ricardo Bohórquez Ramírez a la primera generación de Gesta Bárbara, está referida por el propio Medinaceli en el número 10 de la famosa revista en la que se publicó que "integran su redacción nuevos y valiosos elementos. Los señores Teófilo Loayza y Ricardo Bohórquez de sorprendentes aptitudes para los grabados xilográficos, se encargarán de la parte gráfica".

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