Por lo que se ve, parece que nos gustara tropezar una y otra vez con la misma piedra. La historia ha acumulado una serie de datos sobre el problema del mar; deberíamos ya saber a qué atenernos. Pero como los caballos de la noria, seguimos dando vueltas sobre nuestros viejos errores.
Lo último que ha sucedido en ese orden es la reciente visita del Vicepresidente al Palacio de la Moneda, en Santiago, para –dizque- compartir un almuerzo con el presidente Piñera. Anteriormente, el propio presidente Morales fue hasta allí. La prensa publicó una fotografía donde se los ve juntos a los dos mandatarios, después de haber jugado un partido de fútbol.
Después, para bien o para mal del Vicepresidente, los medios de prensa sacaron en titulares la ya conocida postura del vecino respecto a nuestro reclamo marítimo. En realidad, ya ni siquiera es reclamo. Se ha convertido en una vaga esperanza, sin condición ni tiempo. Según El Mercurio, el anfitrión de La Moneda le trasmitió a Linera, “claramente y sin rodeos”, que eso del mar con soberanía no va. Chile no está disponible para hablar de eso. Una franqueza sin eufemismos. ¡Mejor!
Pero de algo había que hablar. Hablaron de la agenda de los 13 puntos, el escenario al que con fina astucia llevó a Morales la presidenta chilena. Allí figura el tema marítimo, en el sexto lugar, como uno más entre otros varios asuntos. Para Chile el tema en cuestión no es prioritario; ahora para Bolivia, tampoco. Por eso está donde está. Como es una agenda sin exclusiones -excepto el mar con soberanía- el Silala también está allí. No debería estar. El haberlo incluido es un gran logro de la diplomacia chilena. Tras cien años de abandono, otra virtual entrega.
Y aquí lo increíble: la frase “tema marítimo”, tal como de forma ambigua figura en la mencionada agenda, para Chile comprende todo, todo, menos la concesión de salida al mar con soberanía. En más de una oportunidad, la propia ex presidenta Bachelet aclaró personalmente que “soberanía” es asunto del que nunca se habló. Pero el gobierno del Estado Plurinacional se empecina en leer lo que no está escrito; en querer entender lo que nadie ha dicho.
Sin embargo, vuelve la famosa agenda. Es la carta estratégica de Chile; le conviene a éste mantener la apariencia de normalidad. Durante los últimos cuatro años, con el acercamiento presidencial recíproco y bajo el señuelo retórico de “confianza mutua” y “diplomacia de los pueblos”, nadie echó de menos la relación diplomática formal. Repercusión: si el río ya no suena, el silencio del damnificado favorece al usurpador.
Según versiones de prensa, la demanda marítima de Bolivia ya no figura ahora ni en la agenda de la OEA. Las declaraciones del Vicepresidente en sentido de que “en cualquier escenario internacional siempre ha reafirmado (el Gobierno) la demanda de una salida soberna al mar”, carece de evidencia igual que la versión del Canciller ante la Comisión de la Cámara de Diputados. Chile ha definido una política y la sostiene invariable. En más de un siglo, Bolivia no pudo hacer otro tanto. Esta es la triste realidad.
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.