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Domingo 10 de febrero de 2019

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Suplemento Policial

El relato de las víctimas

Sus vidas desde el día de la explosión

10 feb 2019

Fuente: LA PATRIA

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De acuerdo a un registro oficial, son 52 las personas que resultaron seriamente afectadas por la explosión del 10 de febrero de 2018, del total, se entiende que casi una veintena concurre periódicamente a distintas instancias de Gobierno con el pedido de viabilizar atención médica para reestablecer su salud, sino del todo, por lo menos hasta lograr estar estables.

Varios de ellos quedaron inmovilizados o llevan consigo prótesis para ganar movilidad del cuerpo, otros quedaron con marcas que requieren de intervenciones quirúrgicas que en un año no lograron concretarse, o en otros casos, los dolores permanentes de cabeza que requieren estudios médicos y tratamientos pero que implican costos elevados.

En el caso de la familia Mamani Velasco, tanto el papá, la mamá y el hermano menor quedaron seriamente afectados por el impacto de la explosión. El padre perdió una pierna, la madre tiene una de las extremidades superiores con una rajadura en los huesos y el hermano menor perdió un ojo además de tener desviado el tabique, debe esperar hasta cumplir los 16 años para que puedan operarlo.

En el caso de la familia Mamani Velasco, tanto el papá, la mamá y el hermano menor quedaron seriamente afectados por el impacto de la explosión. El padre perdió una pierna, la madre tiene una de las extremidades superiores con una rajadura en los huesos y el hermano menor perdió un ojo además de tener desviado el tabique, debe esperar hasta cumplir los 16 años para que puedan operarlo.

"Es muy difícil, yo he estado trabajando, nos hemos prestado dinero de mi tía, mi papá no puede trabajar y gracias a Entel y la Lotería (Nacional) le pudieron ayudar con una prótesis. Mi hermanito se quedó traumado, cualquier sonido dice bomba, tiene miedo y hasta ahora no pudo ir al psicólogo", indicó Gladys Mamani, miembro de la familia.

Se entiende que posterior a la primera atención de emergencia luego del fatídico día, no se dio continuidad con el tratamiento hasta la actualidad, aspecto que llama la atención en cuestionamiento a las autoridades, considerando que ya transcurrió un año desde lo ocurrido, la familia todavía requiere ayuda. "Les curaron hasta cierto punto pero hasta ahí nomás", dijo.

CON MULETAS

Una segunda realidad es narrada por Cinthia Suárez Escobar, quien quedó casi inmovilizada de las piernas, en otrora se dedicaba a la actividad comercial transportando mercancías desde diferentes regiones a Oruro. Hoy tuvo que invertir todo su capital en su salud, hasta el punto de quedar casi sin nada. Ahora es casi imposible solventar el pago de un alquiler, generar la economía para subsistir y adquirir medicamentos.

"Ya no soy como antes, ya no sirvo, ahora ni hasta al baño ya no puedo ir, totalmente ya no puedo hacer nada. Tengo heridas en la pierna y la cadera rota, tengo prótesis que me pusieron pero ahora ya me afectó a la columna. Me estoy sanando de una cosa pero otra cosa ya empeora, ya no soy igual", manifestó.

Ella tiene un hijo de 11 años con quien estuvo el día de la explosión y quedó afectado en una de las piernas, pese a ello requiere de cuidados y asistencia que en la actualidad no es brindada por las autoridades.

ME DUELE LA CABEZA

"Me duele mucho la cabeza, constantemente me dan mareos y no me deja trabajar. Nos sentimos muy mal porque ya hemos hablado con las autoridades pero a las autoridades no les interesa. No queremos dinero, queremos la restauración de nuestra salud y poder trabajar normalmente", dijo Ansony Ayma, víctima de la explosión.

�l estaba a punto de defender su tesis de grado para obtener el título de ingeniero agrónomo, no obstante, el 10 de febrero de la gestión pasada su vida cambió, destinando toda su economía para su recuperación. Hasta la fecha no pudo lograrlo, así tampoco su profesionalidad académica por falta de dinero.

ATENCION MÃ?DICA

Si bien estos tres casos pueden ser considerados como los más críticos, existen otros que no salieron a la luz precisamente porque perdieron la esperanza en recibir ayuda de las autoridades. Sin embargo, se espera que a un año de este siniestro que enlutó nuevamente a Oruro desde el desplome de una de las pasarelas del Carnaval se pueda reencaminar el trabajo de atención para que las víctimas puedan sobrellevar una vida normal como la que anhelan.

Fuente: LA PATRIA
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