La de Venezuela es una historia rica en luchas heroicas y frustraciones. Las sociedades americanas, a finales del siglo XVII se habían emancipado de su dependencia inicial de España, ampliaron el comercio entre ellas lo que generó un desarrollo vigoroso del comercio intercolonial; acompañado de un cambio social, formándose una elite de terratenientes que no tenía acceso al poder político, pero, España no se fiaba de los americanos para los cargos de responsabilidad política.
Algunos criollos poseían grandes fortunas, basadas principalmente en la propiedad de la tierra y en algunos casos en las minas, pero la mayor parte tenían sólo una renta moderada; eran hacendados emprendedores, administradores de grandes fincas o de minas, negociantes locales; o se ganaban la vida en profesiones liberales, como la saturada profesión legal. Esto dio lugar a la lucha de la Independencia latinoamericana, no iniciada por Simón Bolívar, pero sí consolidada por él.
El Libertador Bolívar, a lo largo de su prolífica existencia, luchó por la felicidad de los pueblos, aunque fue derrotado por traidores y sinvergüenzas de toda laya como Páez, Santander y Flores, llegando a decir en el momento de su muerte que había "arado en el mar". Y los "olañetistas bajo y altoperuanos" no estuvieron al margen de las perfidias. Fue un proceso que después se deformó profundamente a partir de prácticas ambiciosas y oportunistas de caudillos militares y civiles, haciendo que la riqueza de Venezuela, en particular, se disipe en los lujos de clases parasitarias, condenando a la mayoría del pueblo al ostracismo económico y político.
El Libertador Bolívar, a lo largo de su prolífica existencia, luchó por la felicidad de los pueblos, aunque fue derrotado por traidores y sinvergüenzas de toda laya como Páez, Santander y Flores, llegando a decir en el momento de su muerte que había "arado en el mar". Y los "olañetistas bajo y altoperuanos" no estuvieron al margen de las perfidias. Fue un proceso que después se deformó profundamente a partir de prácticas ambiciosas y oportunistas de caudillos militares y civiles, haciendo que la riqueza de Venezuela, en particular, se disipe en los lujos de clases parasitarias, condenando a la mayoría del pueblo al ostracismo económico y político.
Hoy, un sátrapa ignorante y manipulador como Nicolás Maduro, quien está usurpando la Presidencia de Venezuela, advirtió de manera agresiva al Parlamento legal y legítimo de mayoría opositora, comprometiéndose a impulsar un "gobierno de transición" que llame a elecciones. Y los opositores se oponen a sus designios: "Reafirmamos la ilegitimidad de Nicolás Maduro. (?) A partir del 10 de enero estará usurpando la Presidencia y en consecuencia esta Asamblea Nacional es la única legítima representación del pueblo", dijo Juan Guaidó, elegido presidente de la cámara al iniciarse el año legislativo.
Esta declaratoria se produjo un día después de que el Grupo de Lima -apoyado por Estados Unidos- le pidiera a Maduro abstenerse de asumir un nuevo mandato de seis años y transferirle el poder al Parlamento, mientras se realizan elecciones democráticas.
Maduro, de 56 años, fue reelegido el pasado 20 de mayo en comicios anticipados por la Asamblea Constituyente, órgano oficialista de poder absoluto que en la práctica sustituyó al Legislativo, el único ente que controla la oposición.
El desconocimiento de Maduro, sin embargo, podría ser un saludo a la bandera pues las decisiones del Parlamento son anuladas por el máximo tribunal -de línea oficialista-, que lo declaró en desacato desde que asumió en 2016. La oposición se equivocó radicalmente negándose a participar en comicios espurios, para esto tenía que tener un "Plan B", o sea la rebelión armada. No tenía nada.
Y existe otro elemento disgregador: los llamados "colectivos bolivarianos" hicieron un juramento simbólico de Maduro, con retratos del mandatario y de su fallecido antecesor Hugo Chávez, frente a la sede del Parlamento, cuya mayoría opositora declaró "ilegítimo y usurpador" al gobernante. Los colectivos son grupos civiles neofascistas asentados en comunidades pobres, donde aseguran desarrollar actividades productivas, aunque la oposición los denuncia como paramilitares del Gobierno.
Venezuela, el país con las mayores reservas petroleras del mundo, atraviesa una grave crisis económica expresada en hiperinflación, fallos en los servicios públicos y escasez de alimentos y medicinas, algo absolutamente contrario a las ideas de Simón Bolívar. El Libertador aspiraba a que todos los países que conforman hoy Latinoamérica se rigieran por unos principios constitucionales que contuvieran un proyecto político social para todos basado en las nociones de soberanía, independencia, democracia, igualdad y libertad para sus pueblos.
En esta coyuntura difícil, la oposición venezolana, ya inutilizada electoralmente por sus veleidades narcisistas, debe recurrir a la rebelión, parte fundamental del Derecho natural, para levantarse y expulsar al Dictador y a sus secuaces, haciendo posible salvar a Venezuela de la ruina total. Aquí solamente queda la guerra como expresión de la libertad.
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