Relaciones diplomáticas a prueba

A raíz de una serie de hechos que marcaron y sacudieron la conciencia boliviana, es que el "soberano" ha observado el actuar de nuestro sistema diplomático, como parte de una importante responsabilidad nacional que tiene el objetivo inclaudicable de defender nuestra soberanía como fundamento de la integridad territorial de la Nación.

Por supuesto que se necesitan condiciones de alta práctica diplomática para desarrollar una política nacional que ponga siempre por delante, los valores de orden territorial y los afines de contenido cívico, inculcando los mismos en todos los niveles de la población, pero fundamentalmente desde los primeros años en la educación de nuestros niños y fortaleciendo conceptos en todos los grados de la preparación de nuestra juventud y los futuros profesionales.

La diplomacia, como señala el concepto, es el instrumento operativo que bien manejado puede acercar a Estados, gobiernos, mandatarios, funcionarios e instituciones, como parte de la concreción de otros programas mayores de buenas relaciones con miras a fortalecer intereses regionales, ampliar los vínculos comerciales, culturales, deportivos y artísticos, como parte además de programas turísticos, que son validados como los más prácticos para el intercambio de buenas intenciones y mejores propósitos de común beneficio.

Los gobiernos que dan valor a sus relaciones internacionales, son los que además eligen entre sus más destacados servidores a verdaderos diplomáticos pues se trata de llevar adelante programas de acercamiento, vinculación, ampliación o de manera delicada, restablecimiento de relaciones alteradas.

En ésta última alternativa nos encontramos justamente en el país, ante dos hechos públicos que están latentes y que deben resolverse de la manera más satisfactoria posible, en los niveles que "manda" la alta diplomacia. Ha sido nuestro mandatario que expuso el criterio de restablecer las relaciones diplomáticas con Chile, rotas después que el Gobierno de la Moneda decidiera desviar a su territorio las aguas del río Lauca, que regaban parte de nuestro altiplano. El tema cobra cierta importancia, tras el fallo de la Corte de La Haya en el tema marítimo, cuando insinúa alguna forma de acercamiento.

Una respuesta abierta del Presidente de Chile surgió casi a fines del mes pasado durante su presencia en el puerto de Arica, donde declaró: "Hoy las circunstancias han cambiado para mejor y eso es algo importante, tenemos excelentes relaciones con Argentina y Perú. Acabamos de resolver un tema en la Corte de La Haya que favoreció a Chile y tenemos que seguir avanzando en una relación de normalidad con Bolivia". Se trata de una implícita respuesta positiva que debe ser aprovechada en su justa dimensión, naturalmente con los instrumentos valederos y serios de una diplomacia de alto nivel práctico.

El otro caso del tiempo actual, es la insinuación directa del encargado de negocios de EE.UU, Bruce Williamson (una especie de diplomático alterno) que aprovechando un acto especial, expresó el deseo de su país de restablecer las relaciones diplomáticas con Bolivia, las mismas que fueron rotas hace 11 años cuando el mandatario boliviano expulsó al embajador Philip Goldberg. Desde entonces el distanciamiento de esas relaciones, ha generado algunos problemas a los sectores exportadores de nuestro país. El encargado de negocios de EE.UU. en nuestro país, mostró abierta predisposición para que ésta gestión puedan ser restablecidas las relaciones diplomáticas.

En ambos casos se esperan gestiones de alta diplomacia boliviana, atendiendo las circunstancias de cada caso, restablecer relaciones con Chile, por una parte y con Estados Unidos por la otra. Ambas situaciones conllevan intereses de mutuo beneficio, por lo mismo su tratamiento debe avanzar en el cumplimiento de normas internacionales que hagan viable la amistad, la integración y el respeto de soberanía e independencia. Un reto a nuestra diplomacia.

Fuente: LA PATRIA