Adaptación y pragmatismo en finanzas

El vertiginoso paso del tiempo nos ubica en la primera semana del segundo mes del nuevo año que ya perdió su primera hoja en los calendarios y nos obliga a un rápido recuento de lo que sucede en nuestro entorno, en el nacional y en el que no podemos desconocerlo porque tiene que ver con la región en que vivimos.

Entre el final de la gestión pasada y el primer mes de la nueva se han producido algunas transformaciones especiales, que necesariamente han tenido cierto efecto en las administraciones financieras de nuestros países que juntos son parte de la denominada comunidad latinoamericana, ojalá fuese una de fuerte unidad y mucha solidaridad.

Los cambios que se han experimentado, política y económicamente tienen alguna incidencia que obligan a tomar ciertas medidas de previsión especialmente en defensa de circunstanciales contratiempos económicos. El manejo de sistemas monetarios en países vecinos, caso de Argentina, Brasil, el Perú o Chile, han causado contratiempos de abierta competencia por el cambio monetario que abre la opción de momento ilimitada de productos de esos países que compiten en precio con los producidos por nuestra industria, colocándonos en una posición de abierta desventaja comercial.

Hay que tomar en cuenta la vigencia de nuestros contratos para la venta de gas boliviano al Brasil y a la Argentina, con un vaivén de precios que si bien no elimina compromisos contraídos, de todos modos más tarde o más temprano, obligarán a reajustes en función de intereses comunes.

Si hay algo que se siente de común efecto en la región, es el movimiento de la economía china que determina y condiciona en parte el funcionamiento de las finanzas dependientes de la exportación de materias primas, en el caso nuestro con mayor fuerza debido a la carencia de sistemas de diversificación productiva que permita un balance en los periodos de crisis, situación menos aguda para los vecinos que avanzaron por ejemplo en la industrialización de sus commodities.

Ahora bien, si frente a los vecinos, tenemos una economía respaldada en un excelente "colchón de reservas" que además permite mantener una posibilidad de enfrentar la crisis de precios sin dañar la estructura financiera nacional, aunque no se sabe exactamente por qué tiempo, se reconoce que hay riesgos, por ejemplo en la vigencia y continuidad del inédito sistema de redistribución social de algunos dividendos producidos por favorables periodos productivos y buenos precios, una situación que exigirá extremar esfuerzos para sostenerlos sin restar esos ingresos a una buena parte de nuestra colectividad.

La caída en el precio de las materias primas, es otro asunto que afecta seriamente a la región, especialmente cuando se vaticina cambios en el valor del oro negro y de los minerales lo que marcará para el caso boliviano, un factor referencial en el precio del gas de exportación y la venta de minerales un asunto peliagudo que debe ser medido en su justa dimensión.

Esta situación reinante en el escenario global, nos coloca en una grave incertidumbre, que lógicamente debe ser tratada muy seriamente, por encima de algunas posiciones caprichosamente repetitivas que pretenden minimizar un problema que se desarrolla en el ámbito internacional y que exige con urgencia planes de adaptación pragmática financiera que se inicien con programas de austeridad y de celoso manejo de los recursos públicos que son de todos los bolivianos y para su beneficio solidario y equitativo.

Fuente: LA PATRIA