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Domingo 03 de febrero de 2019

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Revista Dominical

ECONOMÍA DE BOLSILLO

Estabilidad e inflación, ¿qué camino seguimos?

03 feb 2019

Por: Joshua Bellott Sáenz - M. Sc.

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Quizás uno de los temas más discutidos y comentados por la ciudadanía es cómo se comporta la economía a nivel macroeconómico, aunque en realidad sea el tema más abstracto, el más difícil de entender, y del que muchas veces se escuchan diferentes versiones y verdades a medias por parte del gobierno y la oposición. Es por esta razón, que en esta entrega analizaremos y comentaremos de la manera más sencilla posible, el comportamiento de los principales indicadores de la economía, que hacen a la estabilidad y al crecimiento de nuestro país.

Lo que en general preocupó a los bolivianos el 2018 es el crecimiento de la deuda externa, el déficit fiscal y comercial, y la bajada constante de las Reservas Internacionales Netas, así como la disyuntiva entre devaluar o no el tipo de cambio. Por otro lado, y dada la excesiva propaganda, sabemos que pese a estos problemas, el crecimiento del Producto Interno Bruto es uno de los mejores a nivel Latino América. Sin embargo; respecto a este último punto, sabemos que más del 70% de la economía boliviana es informal, lo que significa que no entra dentro de la contabilización del crecimiento del PIB, por lo tanto, ese crecimiento sólo toma en cuenta el crecimiento de las medianas y grandes empresas de los bolivianos.

Lo que en general preocupó a los bolivianos el 2018 es el crecimiento de la deuda externa, el déficit fiscal y comercial, y la bajada constante de las Reservas Internacionales Netas, así como la disyuntiva entre devaluar o no el tipo de cambio. Por otro lado, y dada la excesiva propaganda, sabemos que pese a estos problemas, el crecimiento del Producto Interno Bruto es uno de los mejores a nivel Latino América. Sin embargo; respecto a este último punto, sabemos que más del 70% de la economía boliviana es informal, lo que significa que no entra dentro de la contabilización del crecimiento del PIB, por lo tanto, ese crecimiento sólo toma en cuenta el crecimiento de las medianas y grandes empresas de los bolivianos.

Recordemos que en la década de los 80, Bolivia vivió uno de los más altos episodios de inflación, y que después del año 85 se aplicaron medidas de estabilización que frenaron la inflación a un alto costo social. Después de esa etapa, el país entró en una etapa en la que la economía se mantuvo estable hasta nuestros días. Sin embargo, queda en el ideario social el miedo a la inestabilidad de la economía, por lo que a continuación, en una explicación muy breve respecto de la teoría general de inflación, trataremos de contrastar ésta, con la realidad económica actual.

En ese sentido, las condiciones clave para que se dé una hiperinflación, de acuerdo a la teoría general de este fenómeno, se describen a continuación.

Los grandes déficit fiscales se transforman en importantes explosiones de precios. En general, los gobiernos débiles o inexpertos carecen de la capacidad para imponer la recaudación de impuestos e implementar las reformas presupuestarias necesarias. Por otro parte, ceden fácilmente a la tentación de apaciguar a distintos grupos de la población con transferencias y subsidios con el fin de crearse una base política. Esta característica es común también a los gobiernos llamados populistas.

Una característica común de todas las hiperinflaciones es un incremento colosal en la oferta monetaria, que se ha producido porque un gobierno necesita financiar un enorme déficit presupuestario. Una vez que la inflación inicia, se alimenta de sí misma y de un modo muy dramático. Por otro lado, una de las vías importantes para financiar esos déficit, cuando se agotan otras fuentes de financiamiento, es mediante los créditos externos. Si se está tratando de demorar el inicio de la inflación, se mantendrá además el tipo de cambio fijo. El resultado será una caída de las reservas de divisas, la cual continúa hasta que ocurre un ataque especulativo sobre la moneda que pone término al régimen de tipo de cambio fijo.

Según Sachs y Larrain, los préstamos que se hicieron en el pasado (refiriéndose a Latino América), los cuales provocaron la crisis de los 80, no prestaron suficiente atención a la forma cómo los países deudores estaban empleando los recursos prestados. Con estos préstamos, ¿se estaban financiando inversiones que generarían recursos para pagar la misma deuda?, ¿se financiaba simplemente un "boom" de consumo?, ¿o se estaban sacando los fondos prestados fuera del país como fuga de capitales?. El hecho fue que la crisis de la deuda golpeó con máxima violencia a los países que tenían políticas fiscales demasiado expansivas y políticas comerciales altamente distorsionadas, especialmente políticas que provocan un fuerte sesgo contra las exportaciones.

Según el mismo autor, los países latino americanos se han caracterizado por una tendencia hacia las políticas populistas, o sea, gobiernos que tratan de generar apoyo poniendo en marcha programas de gasto. Una de las presiones que conduce a políticas populistas parece provenir de las grandes desigualdades en la distribución del ingreso.

Los países que escaparon a la crisis tenían comercio internacional más libre (menos restringido por aranceles y otras barreras proteccionistas), tipos de cambio realistas que hacían rentables las exportaciones y, por lo común, políticas que estimulaban la competitividad internacional del sector exportador. En América Latina, los regímenes comerciales eran más cerrados y la participación de las exportaciones en el PIB era más baja que en otros países. El endeudamiento no contribuyó a ningún incremento significativo de la capacidad exportadora. Asimismo, la mayoría de los países que experimentaron problemas de pago tenían otra cosa en común: dejaban que sus monedas estuvieran altamente sobrevaluadas, creando de este modo fuertes desincentivos adicionales a la exportación.

Por último, el déficit fiscal y tipo de cambio sobrevaluado, implica una extensa fuga de capitales. Esto ocurre porque los residentes nacionales convierten su riqueza doméstica en divisas a fin de mantener tal riqueza fuera del país.

Veamos ahora la realidad económica actual de Bolivia.

Por un lado, pese a que vivimos varios años con ingresos extraordinarios debido a los altos precios de las materias primas, a partir del año 2014 se registraron déficits fiscales importantes. El 2018 el déficit fiscal alcanzó a más del 8% respecto al PIB, traducido en una cifra de más de 3 mil millones de dólares. Asimismo, para este 2019 se proyectó un déficit de más de 21 mil millones de bolivianos (6.9%), monto que será financiado en un 72% por deuda externa y un 28% con deuda interna.

Por otro lado, la deuda externa en estos últimos años aumentó apresuradamente (ver gráfico). A noviembre de 2018, el Banco Central reportaba una deuda de casi 10 mil millones de dólares. El 2015 y el 2016 la deuda externa creció a una tasa cercana al 10%, pero de este último año al 2017 creció en más de un 20%. Del 2017 al 2018 el incremento fue menor (4.7%). Según una publicación de la diputada Jimena Costa, en el 2019, sólo en enero se contrató deuda por 922 millones de dólares, y la tasa de crecimiento sólo de noviembre a enero del 2019 ya alcanza un 8.5% de crecimiento. Si el 72% del déficit del 2019 está proyectado a ser cubierto por deuda eterna, sólo en enero ya habríamos cubierto la mitad de ese monto, por lo que el aumento de la deuda es cada vez más alarmante.

Continuando con el análisis, si ahora revisamos el comportamiento de las Reservas Internacionales Netas, vemos en el gráfico que han estado disminuyendo de manera importante desde el año 2014. El año 2015 disminuyeron en casi un 16%, y el 2016 en un 26%, para estabilizarse con una pequeña disminución el año 2017 (1%). Sin embargo, para el 2018 disminuyeron en un poco más del 20% respecto al anterior año. Las reservas para el 2018 se situaron en 8,500 millones de dólares, con lo que se puede afirmar que se vive una disminución sostenida.

Por último, presentamos un último indicador referido al saldo en la balanza comercial (exportaciones, menos importaciones), datos para Oruro y Bolivia. Como en el caso de los otros indicadores, resulta que tenemos por más de cuatro años un saldo negativo y sostenido que se acerca a los 1 mil millones de dólares, aunque para el caso orureño sobrepasó los 1200 millones de dólares (ver el gráfico). En ese entendido, las importaciones son persistentemente superiores a las exportaciones durante varios años.

Por lo tanto y en razón de lo explicado anteriormente, la situación de la economía en la actualidad podemos resumirla de la siguiente forma.

Dada la reducción de los ingresos provocados por la caída de los precios de los principales productos de exportación como el gas, desde hace algunos años tenemos importantes déficit fiscales, así como una reducción también persistente de las Reservas Internacionales Netas y déficit comerciales marcados. Por otro lado, y dado que el tipo de cambio boliviano se mantuvo fijo mientras nuestros vecinos y socios comerciales devaluaron sus monedas, el tipo de cambio se encuentra sobrevaluado, incentivando las importaciones en detrimento de las exportaciones.

En conclusión, el aumento de la inversión pública de todos estos años se fue simplemente a incentivar el consumo, y dado que el tipo de cambio ha estado constantemente sobrevaluado, se incentivaron las importaciones para cubrir esa brecha de consumo controlando además los precios. Sin embargo, y dado que ahora los ingresos por exportaciones bajaron y bajarán más, esta misma brecha se está cubriendo financiando los déficit fiscales con deuda externa o interna, con la correspondiente disminución de las Reservas Internacionales. Queda claro que si los precios; especialmente del gas, no recuperan, se tendrá una disminución persistente de los ingresos del gobierno, situación que empeorará porque el aparato productivo y exportador depende en gran parte sólo de este producto. Por lo tanto, el déficit fiscal y la deuda externa seguirán aumentando y las reservas disminuyendo, y si el gobierno no ajusta sus gastos y sus políticas populistas, este proceso no tendrá freno. Se acelerará la fuga de divisas, lo cual puede presionar a una devaluación del tipo de cambio con lo que podrían despertar expectativas inflacionarias.

Al parecer, y como puede constatar el lector, la situación económica del país se parece cada vez más al proceso descrito por la teoría general de la inflación. Sólo nos resta pensar o preguntarnos cuál es el camino que seguimos, y cuando nuestro miedo puede hacerse realidad nuevamente.

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