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Domingo 27 de enero de 2019

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Revista Dominical

Carlos Medinaceli en el olvido

27 ene 2019

Textos: Juan José Toro Montoya - Fotos: Guimer Zambrana, Juan José Toro, Ximena Soruco y Alba María Paz Soldán. ? Juan José Toro es presidente de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP) ? Todas las cartas mencionadas en este artículo están en el libro "Atrevámonos a ser bolivianos - Vida y epistolario de Carlos Medinaceli"

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Carlos Medinaceli Quintana, el novelista más conocido de Bolivia, está en el olvido.

El contrasentido es explicable.

Con un legado artístico e intelectual envidiable, y que continúa sometido a estudios de los especialistas, el escritor también dejó cosas, objetos materiales, huellas de su paso por la vida, y son estas las que están a punto de desaparecer para siempre.

Probablemente la más amenazada sea su casa de hacienda en Chequelte, una comunidad del cantón Vichacla que forma parte de la jurisdicción del municipio de Cotagaita.

En diciembre de 2017, luego de participar en el Primer Encuentro de Escritores e Historiadores de Gesta Bárbara realizado en Potosí, las investigadoras Ximena Soruco Sologuren y Alba María Paz Soldán se trasladaron hasta el lugar. Tardaron hora y media en recorrer, con la calma del visitante, los 25 kilómetros que separan a Vichacla de Cotagaita y llegaron al mítico lugar que fue algo así como el Macondo de Medinaceli.

Vichacla disputa con Tocla, ubicada un poco más allá, y la propia Cotagaita, el privilegio de ser la cuna de "la Chaskañawi"; es decir, de la mujer que inspiró la novela homónima. "La ´Chaskañawi´ de la novela era hija de un caballero decente, Carlos Villegas Medinaceli, nieto legítimo del general por madre. Ella se llamaba Clorinda Villegas Gallo. Era morena pálida, de buenas formas, ojos verdes claros rasgados -de ahí el apelativo- pestañas abundantes y encrespadas", escribió, en su tiempo, su hermano Emilio Medinaceli.

Vichacla disputa con Tocla, ubicada un poco más allá, y la propia Cotagaita, el privilegio de ser la cuna de "la Chaskañawi"; es decir, de la mujer que inspiró la novela homónima. "La ´Chaskañawi´ de la novela era hija de un caballero decente, Carlos Villegas Medinaceli, nieto legítimo del general por madre. Ella se llamaba Clorinda Villegas Gallo. Era morena pálida, de buenas formas, ojos verdes claros rasgados -de ahí el apelativo- pestañas abundantes y encrespadas", escribió, en su tiempo, su hermano Emilio Medinaceli.

Pero Soruco y Paz Soldán están entre los investigadores que creen que no hubo una sino varias "Chaskañawis"; es decir, mujeres de pollera con las que Carlos Medinaceli tuvo amoríos. Lo que sí es seguro es que en Vichacla sostuvo una relación con una ya que este era el lugar en el que se refugiaba por largas temporadas.

Chequelte es el nombre de una comunidad de Vichacla y allí es donde estaba la casa de hacienda de don Francisco Medinaceli, el padre de Carlos, quien se había alejado de su esposa, Carmen Quintana. Y así como Cotagaita es el San Javier de Chirca de "La Chaskañawi", claramente Chequelte es la Chequelti de "Adela", la otra gran novela de Medinaceli. La hacienda está magistralmente descrita en esa obra pero para el momento en que Soruco y Paz Soldán llegaron a ella ya amenazaba con derrumbarse. "Era una casa que tenía tres habitaciones, tenía árboles centenarios. Solo están de pie los muros. Es una casa de tapiales, de grandes muros de adobe", detalló Ximena. "Evidentemente, la casa está en ruinas-complementó Alba María-. Y si esto sigue así, se va a caer".

En aquella visita, la actual propietaria del solar, Rosaura Michel Rodríguez, les dijo que no tenía recursos para refaccionar el inmueble.

Y todavía se está cayendo.

Adolfo Jorge, ex director de cultura de la Alcaldía de Cotagaita confirma la impresión de las investigadoras: la casa de Medinaceli se está destruyendo poco a poco. "Si hubiera voluntad del municipio, se haría (refaccionaría) pero, como no hay voluntad (de las autoridades municipales), no les importa la parte cultural", lamentó.

Cotagaita es un municipio que atravesó por una crisis debido a que su ahora exalcalde, Gilberto Montero, fue destituido y sentenciado a prisión por la comisión de delitos en el ejercicio de su cargo. La actual autoridad municipal, elegida recientemente, es Macario Navarro, del MAS.

UNA GALERÍA?

El lugar que más conoció los escándalos de Medinaceli fue Sucre.

"Muchos años después regresó a Sucre -recordó Morales y Ugarte-. Ya era literato conocido y consagrado. Fue profesor de la Escuela Normal. Por calles y plazas se le veía del brazo de una chola, de una legítima hija del pueblo. Paseaba imperturbable su amor irregular. Y en las conferencias que daba en la universidad estaba la chola, con el abrigo para recogerlo a la salida del salón. Nadie osaba decirle nada de frente. La mojigatería se escandalizaba y murmuraba pestes contra la pecadora y el desvergonzado?".

Pero fue Sucre o, mejor, fueron la Alcaldía y la Peña Illapa las que le hicieron el que parece ser el único homenaje visible a uno de sus hijos más preclaros.

"En esta casa nació CARLOS MEDINACELI Q. notable escritor boliviano -reza la plaqueta que se colocó en el inmueble-. Homenaje de la H. Alcaldía Municipal de Chuquisaca y Peña de Arte Illapa. 30 I 898 - 12 V 949".

La plaqueta está en un lateral de la puerta de la casa signada con el número 242 de la calle Junín de Sucre, a cuadra y media del mercado central, y eventualmente se puede ver letreros debajo. "Se precisa personal con experiencia en ventas", "Se precisa señorita tiempo completo", "Se vende maniquíes de mujer y de varón", "Se hacen tortas a pedido p/todo acontecimiento" ?

Cuando la puerta está abierta, cualquiera puede pasar pero no a un museo ni nada parecido sino a una galería comercial. Se llama "Shopping moda" y no tiene nada que ver con el escritor que, a decir de Soruco y Paz Soldán, "inventó, junto a otros críticos, la literatura boliviana como la conocemos hoy".

Adentro hay pequeñas tiendas, las denominadas "casetas" y un baño público. ¿Qué pensaría Medinaceli si resucitara y viera en lo que se ha convertido su casa? "Bolivia es un inmenso desierto espiritual, un congelado páramo del alma donde no acierta a enverdecer siquiera una hierbita de bien y de belleza", escribió una vez. Quizá tenía razón.

TUMBA OLVIDADA

Su partida bautismal dice que Mariano Carlos Medinaceli Quintana recibió óleo y crisma el 30 de enero de 1898 en la parroquia de San Sebastián, en Sucre, pero no indica con precisión cuándo y dónde nació.

Sí existe certeza, en cambio, sobre su fallecimiento porque no estuvo exento de polémica. Fue poco después del fallecimiento de la chola con la que vivía. "Fue un golpe mortal para Medinaceli, que empezó a beber como nunca, sin que nadie lo moderara", escribió Vicente Terán Erquicia.

Y la bebida a la que tanto había ponderado en vida terminó por llevárselo. Estaba barbado, desaliñado y prácticamente raquítico porque pesaba menos de 40 kilos. Tenía cirrosis renal y, pese a las recomendaciones de los médicos, seguía rebelde porque fumaba a escondidas, tapándose con la sábana de su cama de hospital.

Según Mariano Baptista Gumucio (**) murió en La Paz el 12 de mayo de 1949. Cuando falleció, el Ministerio de Educación no quiso ceder sus salones para su velorio. Sí lo hizo, en cambio, la Alcaldía paceña. Armando Alba protestó por ese trato e ironizó sobre sus exequias: "No es de dudar que ese mismo día o al siguiente, el entierro de ´Don Nadie´ que en vida poseyó chalet elegante y automóvil norteamericano, hubiese estado dignamente ´honrado con la asistencia de conocidos funcionarios del Gobierno´ y de ´los más calificado de la sociedad´".

Como murió en La Paz, lo enterraron en el cementerio de aquella ciudad y, durante años, la ubicación de su tumba fue un misterio.

En 2018, con motivo del centenario de Gesta Bárbara, el movimiento literario que nació en Potosí y fue liderado por Medinaceli, la carrera de Literatura de la Universidad Mayor de San Andrés intentó ubicarla pero, según refiere Paz Soldán, no consiguió su objetivo por diversos motivos. Consiguieron la ubicación exacta pero no dieron con ella.

Quien la encontró fue un periodista, Guimer Zambrana Salas, quien, luego de un intento infructuoso, retornó al cementerio con la información provista por Paz Soldán y, finalmente, la ubicó.

La razón por la que no se la encontró antes salta a la vista: la tumba está en la quinta fila de nichos, contando a partir de abajo, en la vía 3 del sector antiguo del mausoleo Grissi Torrico. Aunque hay unas gradas que permiten subir a los niveles superiores, una cornisa tosca, sin baranda, hace que el paso sea peligroso.

La tumba del escritor ni siquiera es suya del todo porque la comparte con su madre, Carmen Quintana. Está descuidada, cubierta de polvo, y las flores secas en un florero de vidrio azulado revelan que hace mucho que nadie va a ofrecer una oración.

Y es que, quizá por lo resistido que fue en vida, por su sinceridad extrema, Carlos Medinaceli, el novelista más conocido de Bolivia, está en el olvido.

Su casa solariega se desmorona, su casa en Sucre es una galería comercial y su tumba está ignorada en una tierra que nunca sintió como suya.

En el segundo número de Gesta Bárbara, Medinaceli publicó su poema "Tarde gris" del que extraemos un párrafo que parece su epitafio:

"Esa es toda la historia. Vulgar y pobre historia

que enguirnalda la página de mi única pasión:

la que nació entre lirios y floreció entre espinas

y en una lágrima expiró".

Ni de aquí, ni de allá

"Yo no soy escritor representativo de ninguna parte, ni de Sucre, ni de Potosí, ni de Yululo, ni de Koña Huasi, ni de tal partido político ni de tal sociedad, sino si acaso soy escritor, me represento a mí mismo: soy un escritor libre, nada más".

Esas palabras amargas figuran en una carta que Carlos Medinaceli Quintana escribió en Vichacla, Potosí, el 16 de enero de 1938. Se trata de un largo manuscrito que estaba dirigido a Hugo Bohórquez y su contenido fue rescatado por Mariano Baptista Gumucio en su libro "Atrevámonos a ser bolivianos".

Esa carta, en particular, contiene algunos detalles del distanciamiento entre el escritor y Potosí, la ciudad a la que había declarado pertenecer apenas seis años antes, en otra misiva, entonces dirigida a José Enrique Viaña. "Yo, en sangre y espíritu, me pertenezco a Potosí y a nuestra generación", había escrito.

Esa declaración estaba a tono con la opinión crítica que Medinaceli tenía de Sucre de la que destacaba "las limitaciones y domesticidades de una vida provinciana, chica y mezquina para las efusiones del sentimiento y la inteligencia". Esas detracciones las había escrito tras la muerte del poeta Claudio Peñaranda que fue una de las personas que más lo apoyó en vida. "A Peñaranda no lo ha destruido otra cosa que el propio ambiente de Sucre", sentenció entonces.

"Carlos Medinaceli, aunque nacido en Sucre, no quiso a esta ciudad", afirmó contundentemente Carlos Morales y Ugarte al señalar que lo que detestaba el escritor era a "un grupo que se autodenomina alta sociedad. Es insolente, petulante y cree firmemente en la diferencia del color de la sangre. Sostiene que tiene la sangre azul y se denomina aristocracia". Agregó que "este mundillo guiñolesco conoció Medinaceli y no lo pudo soportar. Se fue a Potosí, a proseguir sus estudios de los dos últimos años de secundaria, en el Colegio Pichincha. Quiso a Potosí, se encariñó con esta tierra, fue potosino de corazón".

Pero en la carta a Bohórquez reivindicaba su origen capitalino: "he nacido en Sucre, en el barrio de San Calixto, barrio de chicherías, y choricerías y ´alkeríos´ nauseabundos".

¿Qué había pasado?

Todo se originó en la publicación del artículo "Homenaje a Miss Tarija" que Medinaceli publicó en "La Calle" ironizando sobre el sentido de la belleza en la tierra del Guadalquivir y las elecciones de belleza. Tanto se ofendieron los tarijeños que lo amenazaron de muerte y él tuvo que huir a refugiarse en Chequelte. El director de "la Calle", Nazario Pardo Valle, fue atacado por un teniente tarijeño quien "me dio un golpe con la cacha de su revólver sacándome el ojo de su órbita".

En carta dirigida a Gustavo Adolfo Otero, el 5 de octubre de 1937, Carlos Medinaceli revela un hecho poco conocido: cuando estaba en ese difícil trance fue traicionado nada menos que por el potosino Walter Dalence.

La carta dice que está dispuesto a cooperar con la "Revista de Bolivia", dirigida por Otero, "con solo la siguiente condición: de que no se me considere como a un escritor ´representativo de Potosí´, que no lo soy por tres razones suficientes: 1), que por nacimiento, soy autóctono de Sucre; 2), que por educación, cultura y orientación estética, también soy sucrense y, 3) que a raíz del bullado asunto de mi articulejo sobre las modalidades regionales de Tarija, Potosí, por intermedio de su ´hijo predilecto´, el señor don Walter Dalence M., y su prensa representativa, el periódico ´Alas´, se apresuró a hacer constar, para salvar el prestigio de la ´intelectualidad potosina´, que el suscrito ´no era potosino´. Por estas razones, con harto dolor de mi corazón, he tenido que renunciar a la imperecedera gloria de ser escritor ´potosino´ y agarrarme como un náufrago, al triste destino que tenemos los escritores libres, a ser un escritor sin patria".

Así, el escritor se alejaba de la única ciudad que, hasta entonces, no le había reprochado su conducta, caracterizada por su apostasía, irreverencia y abuso del alcohol.

Como alguna vez escribió su hermana Laura, "a Carlos le sentó muy mal salir de Potosí".

Los restos de Carlos Medinaceli descansan en La Paz del olvido

Guimer Zambrana

La tumba de Carlos Medinaceli no recibió ni una flor el último Todos Santos. El ramo colocado junto a su lápida está tan seco que denuncia que hace rato es visitado únicamente por el olvido. El nicho donde yacen los restos del autor de "La chaskañawi" -obra fundamental de la literatura boliviana- no debería ser un sepulcro más del Cementerio General de La Paz, pero hasta corre el riesgo de convertirse en uno menos?

Y hablar de Medinaceli es hablar de uno de los hombres de letras más importantes del siglo XX. Más allá de su famosa novela costumbrista, es reconocido por su aporte a la crítica literaria y a la creación de la revista Gesta Bárbara, que dio origen a un singular movimiento de escritores bolivianos que marcó la primera mitad de la pasada centuria.

Lo llamativo es que semejante aporte no haya sido mérito para ocupar al menos un lugar más fácil de encontrar en el enrevesado Cementerio General de La Paz. Y hallarlo es más difícil porque el escritor no cuenta con un nicho propio, comparte lugar de descanso con su señora madre, doña Carmen Quintana de Medinaceli, fallecida en 1945, cuatro años antes que él.

Las coordenadas para llegar a la tumba eran escasas: Sector antiguo, mausoleo Grissi Torrico, Vía 3. "Es la primera vez que escucho, no sé dónde será", complicó la señora que, desde hace décadas, presta sus servicios de limpieza de lápidas en esa área. El mapa del cementerio lo ubicaba cerca de "Los Notables" y de los "Héroes de la Guerra del Acre", pero no hay un solo letrero que identifique al buscado mausoleo. Había que revisar una a una la identidad de quienes ya no pueden decirla?

El mausoleo Grissi Torrico es un lugar sin alma. Su estructura es de cemento y sólo quedan los restos de lo que alguna vez fueron el revoque y la pintura. Muchos de sus nichos están sin ocupantes y casi todos los que sí los tienen se encuentran igual de abandonados que el de Carlos Medinaceli.

El viejo candado que reclama ser abierto, el vidrio rajado de esa ventana hacia ninguna parte, el florero que está a punto de olvidar la función para la que fue fabricado? En la lápida del escritor no hay referencia alguna a su gran aporte a la literatura boliviana. Para alguien que no sabe que doña Carmen Quintana fue su madre, Carlos Medinaceli es uno más de los miles de Carlos cuyos huesos descansan en el Cementerio General de La Paz?

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