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Domingo 27 de enero de 2019

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Cultural El Duende

Jorge Carrera Andrade

27 ene 2019

Jorge Carrera Andrade. Ecuador, 18 de septiembre de 1903 - 7 de noviembre de 1978. Escritor y poeta. Es autor de Amigo de las nubes, Estanque Inefable, La guirnalda del silencio, Canto a Rusia, Lenín ha muerto, Mademoiselle Satán, Boletines de mar y tierra, Latitudes, El tiempo manual, Biografía para uso de los pájaros, Microgramas, Mirador Terrestre, La República del Ecuador, encrucijada de América, Lugar de Origen, El visitante de niebla y otros poemas, Registro del mundo, Antología poética, Rostros y climas, Familia de la Noche, La Tierra Siempre Verde, Viajes por países y libros, Tierra de pájaros.

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Nada nos pertenece

Cada día el mismo árbol rodeado

de su verde familia rumorosa.

Cada día el latir de un tiempo niño

que el péndulo mece en la sombra.

El río da sin prisa su naipe transparente.

El silencio camina a un inminente ruido.

Con sus deditos tiernos

la semilla desgarra sus pañales de lino.

Nadie sabe por qué existen los pájaros

ni tu tonel de vino, luna llena,

ni la amapola que se quema viva,

ni la mujer del arpa, dichosa prisionera.

Y hay que vestirse de agua, de dóciles tejidos,

de cosas invisibles y cordiales

y afeitarse con leves despojos de palomas,

de arco iris y de ángeles.

Y lavar el escaso oro del día

contando sus pepitas cuando el poniente herido

quema todas sus naves y se acerca la noche

capitaneando sus oscuras tribus.

Entonces hablas, Cielo:

Tu alta ciudad nocturna se ilumina.

Tu muchedumbre con antorchas pasa

y en silencio nos mira.

Todas las formas vanas y terrestres:

El joven que cultiva una estatua en su lecho,

El joven que cultiva una estatua en su lecho,

la mujer con sus dos corazones de pájaro,

la muerte clandestina disfrazada de insecto.

Cubres toda la tierra, hombre muerto, caído

como una rota jaula

o cascarón quebrado

o vivienda de cal de una monstruosa araña.

Los muertos son los monjes de la Orden

de los anacoretas subterráneos.

¿La muerte es la pobreza suma

o el reino original reconquistado?

Hombre nutrido de años y cuerpos de mujeres

cuando Dios te espolea te arrodillas

y sólo la memoria de las cosas

pone un calor ya inútil en tus manos vacías.

Mademoiselle Satán

Mademoiselle Satán rara orquídea del vicio.

¿Por qué me hiciste, di, de tu cuerpo regalo

la señal de tus dientes llevo como silicio

en mi carne posesa del Enemigo Malo.

¿Por qué probó mi lengua el sabor de tu sexo

y el vino que en la noche destiló tus pezones?

¿Por qué el vello que nace de tu vientre convexo

se erizó para mí con nuevas tentaciones?

¿Por qué se hundió en mis labios tu lengua venenosa

y se hallaron tus ojos con un lúbrico signo?

Y cuando haces vibrar tu desnudez lechosa

pienso en que debes ser la hembra del maligno.

Si se adueñó este ídolo de mi alma hasta la muerte

y no tengo la culpa ¡oh San Antonio casto!

Yo que era niño aún y como el roble fuerte

dejé quemar mi vida sobre tu altar nefasto.

Yo la he visto desnuda ¡Señor!, ¡sí, yo la he visto!

Tembló y quedose el alma eternamente muda.

Prefiero a ese recuerdo los tres clavos de Cristo,

la cruz, antes que verla en mis noches desnuda.

Señorita Satán, tú que todo lo puedes,

tus hombros, tus caderas que reclaman incienso,

tus suaves pies, tus brazos, son otras tantas redes,

tendidas hacia el pobre corazón indefenso.

Me diste el dulce gusto de tu boca, el turbante

martirio de tus muslos ceñiste a mi cintura,

y cuando fuimos presa del espasmo extenuante,

tu enorme beso fue como una quemadura.

Eres la hembra única, lo mismo en el reposo

que en el sexual combate, ¡Santa Orquídea del vicio!

Hasta cuando torturas con tu cuerpo oloroso,

no hay placer en el mundo que iguale aquel suplicio.

Satán, mujer que tienes un rubí en cada pecho,

tus verdes ojos lúbricos son siempre una asechanza,

tu desnudez que viene las noches a mi lecho,

para mi ciego olvido, es tu mejor venganza.

Para tus amigos: