La democracia liberal -con todos sus altibajos- sigue significando: pluralismo, elecciones libres, alternancia en el poder, libertad y libre empresa. Y recojo esas palabras del Premio Nobel Mario Vargas Llosa cuando analiza su ya exitoso libro La llamada de la tribu que es una reciente tesis de defensa del liberalismo ante los ataques del populismo, del socialismo autoritario, del castrocomunismo y del pensamiento totalitario.
El liberalismo busca sencillamente la libertad individual, la limitación del papel del Estado en la vida de la sociedad la fiel y absoluta protección de la propiedad privada, una justicia ciega y el imperio de la ley sustentada en un Estado de derecho.
Ojo que Vargas Llosa era socialista, por confesión propia hasta que vio y experimentó la realidad cubana y se dio cuenta que esa izquierda no era proLibertad sino todo lo contrario. Por otro lado el pensador español -y ahora universal- Antonio Escohotado, hace lo propio: desde su antigua participación y militancia comunista puede certificar que la izquierda autoritaria no es la solución para la creación de una sociedad justa, sino por el contrario es el liberalismo que innova, que crea que da la oportunidad y que es la única forma de construir sociedades.
La izquierda ve en el liberalismo a su enemigo principal porque la izquierda -en algún punto- se hizo altamente violenta y sectaria, dogmática y fundamentalista, en cambio el liberalismo siempre buscó -en democracia- una transformación vital sin dogmatismo.
Entre ambos -Escohotado y Vargas Llosa- han destrozado el pensamiento totalitario de la izquierda y han dado mayores luces al liberalismo.
Las bases fundamentales del liberalismo moderno se puede trazar hasta John Locke, los pensadores franceses tras la barbarie de Rosbespierre: Montesquieu (la separación de poderes del estado y el imperio de la ley), Voltaire (defensor y promotor de la tolerancia en la sociedad) o Jean Jacques Rousseau (con su volonte general y el contrato social).
El comercio, la empresa, los negocios deben realizarse en libertad e igualdad sin la mano negra del estado, que perjudica y que pone trabas en vez de coadyuvar.
Hayek y Popper siempre fueron consultados por la exprimera ministra Thatcher para analizar la conducción de una Inglaterra liberal y abierta. Tanto Thatcher como Ronald Reagan de Estados Unidos son paradigmas del nuevo liberalismo aplicado a sociedades complejas.
Democracia y liberalismo van de la mano. Es imposible que haya liberalismo sin democracia. Como es imposible que haya EconomÃa abierta, libre empresa, sin liberalismo.
El liberalismo promueve un Estado pequeño, no intervencionista, con una función precisa: establecer reglas de juego que permita competencia libre. No olvidemos que la sociedad hace mejor muchas cosas con relación al estado.
El liberalismo hoy está centrado en la tolerancia y el combate al pensamiento totalitario.
Finamente me suscribo al criterio que el liberalismo es fuerza pensadora, transformadora permanente buscando prosperidad y bienestar con pluralidad.
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