Un encuentro de amor en la Plaza del Poeta

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Una noche de luna llena, una pareja enamorada hasta el hueso, caminaba lentamente por la calle Soria Galvarro. La luz artificial de neón era tenue, motivo por el cual invitaba a una noche deliciosa de pasión, mediante los besos.

Era muy obvio quedarse en una esquina, por lo que el camino de los tórtolos continuó hasta llegar a la Plaza del Poeta. Allí observaron el espacio suficiente para consumar su amor a plan de besos, abrazos y caricias, en complicidad con el tiempo que parecía detener su camino.

Eligen una de las bancas como su bastión sentimental. El paso de los transeúntes a esa hora, una antes de un nuevo día, era mínima. La bulla de los coches ocurría cada "muerte de obispo". La escena romántica se pintaba con pinceladas de amor y frases simples: Un "te amo", un "te adoro", era suficiente para rubricar en el corazón aquel sentir.

La pareja estaba feliz, pero lo que no sabían era que un personaje muy pintoresco los observa de reojo. Movía sus pupilas como el ondulante movimiento de una balanza. Al parecer los dos enamorados no sospechaban que instantes después recibirían la visita de aquel querubín, cual cupido en mano no llevaba una flecha, pero sí un arpa para dedicarles canciones en tono de "do" amor.

Mientras ellos se despegaban de aquel beso interminable, vieron hacia sus pies a aquel querubín, quien humildemente les ofrecía su amistad.

Sin embargo, los nervios los traicionaron y huyeron a tropezones del lugar, sin dar una explicación lógica a lo que estaban viendo.

Se puede decir que es una leyenda urbana creada por la imaginación del habitante, sin embargo, por las noches se convierte en un espacio especial y más cuando se trata de enamorar.

Fue denominada la Plaza del Poeta o Plaza de los Enamorados, está situado en un rincón de las calles Soria Galvarro entre Cochabamba y Ayacucho. Casi no se le da importancia a este lugar, pero sus bancas son una invitación al descanso para meditar acerca de las preocupaciones o simplemente vivir una experiencia inolvidable, en ese pequeño sitio de la Alta Tierra de los Urus.

Fuente: LA PATRIA