Genio y carácter en la cátedra

La cátedra es la traslación de conocimientos con método a las mentes fértiles de los jóvenes estudiantes y también de los adultos, con la condición ineludible de la acción generosa y sin límites; es decir, en este sublime ejercicio no cabe reservarse nada para sí por el inconsistente temor que el estudiante rebase al maestro.

Imbuir a los estudiantes de carácter, una de las fuerzas motrices más grandes que existen en el mundo; y en sus agregados nobles representa la naturaleza humana en toda su expresión y grandeza. Es el aspecto más favorable de mujeres y hombres que son superiores, ya por su ingenio, su entereza, el forjamiento de sus ideas e integridad moral; estas adquisiciones intrínsecas imponen usualmente la obediencia espontánea de los demás.

Preceptivo es diferenciar el carácter del genio en los estudiantes y esa es una labor de identificación y motivación del catedrático, pues el genio es fundamentalmente el resultado o producto de la potencia ilimitada del cerebro; el carácter es la potencia del corazón y, más temprano que tarde, es el carácter que gobernará la vida del profesional en ciernes.

A los estudiantes con genio se les reserva un rango preponderante en la sociedad, que es proporcional a su inteligencia; los estudiantes de carácter representan la conciencia y mientras a aquéllos se los admira, a éstos se los imita.

Los estudiantes con genio son contados y si grandeza en si es relativa; están limitada la esfera de acción de la mayor parte de los estudiantes y futuros profesionales que son escasos los que tendrán la ocasión de asumir la calidad de mujeres y hombres excepcionales. Sin embargo, a cada cual, tanto a los destacados como a los estudiantes regulares les es impuesto cumplir su misión de una manera honrada a través del empleo de sus facultades y aptitudes, utilizando unas y otras sin abusar de ellas; así hacen su vida grata como les sea posible, siendo verídicos, justos, honestos y fieles inclusive hasta en las fruslerías.

Este cumplimiento del deber que se debe inculcar en la cátedra representa el más alto ideal de la vida y del carácter. Esto no es nada heroico, que no es condición ordinaria de mujeres y hombres y, aunque el sentimiento firme del deber lo sostienen mujeres y hombres en las posiciones más elevadas, también los mantiene en los negocios o actividades de la vida diaria.

En total correspondencia a lo expuesto sobre los estudiantes considero pertinente extraer una frase muy profunda y meditada de Martin Lutero "la prosperidad de un país consiste no en las fuerzas de sus fortalezas ni en la belleza de sus edificios públicos sino en el número de ciudadanos cultos, en sus hombres de educación, ilustración y carácter; en esto estriba el verdadero poder" o, como profería el excelso filósofo de mi preferencia Immanuel Kant "la búsqueda más noble es saber qué debe hacer un hombre para convertirse en ser humano".

(*) Abogado, posgrados en Interculturalidad y Educación Superior, Docencia en Educación Superior, Alta Gerencia para abogados, Filosofía y Ciencia Política (maest), Conciliación y Arbitraje, Derecho Aeronáutico, doctor honoris causa con tesis aprobada.