Martes 13 de julio de 2010
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Fue una revelación divina al profeta Isaías en tiempos en que Rasín, rey de Damasco y Pecaj, hijo de Romelía, rey de Israel, pretendieron conquistar Jerusalén. Dios recordó al gobernante de Jerusalén que el destino de los pueblos y las naciones está en sus manos, y que los planes humanos no se cumplirán. Le pidió vigilancia y calma.
-“Así dice el Señor: No se cumplirá ni sucederá: Damasco es capital de Siria, y Rasín, capitán de Damasco; Samaria es capital de Efraín, y el hijo de Romelía, capitán de Samaria. Dentro de cinco o seis años, Efraín, destruido, dejará de ser pueblo. Si no creen, no subsistirán”. La historia nos confirma que aquello sucedió de manera sorprendente.
La enseñanza nos lleva a estar atentos de lo que dijo Jesús a propósito de las ciudades donde anuncio prodigiosamente el reino. Nuestro Salvador recriminó a esos pueblos por su falta de fe:
-“¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Les digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a ustedes.
Fuente: LA PATRIA