Franciscus y el comunismo

El próximo pasado 1 de enero, el portal de noticias del Vaticano «Vatican News» se hacía eco titulando de «histórico» el 60° aniversario de la revolución cubana:

«La revolución cubana cumplió 60 años este 1 de enero de 2019. En la isla, el histórico aniversario fue celebrado con una ceremonia en Santiago de Cuba, en el cementerio de Santa Ifigenia, donde está enterrado Fidel Castro, fallecido el 25 de noviembre de 2016, junto a los principales próceres nacionales. El 1 de enero de 1959 el dictador Fulgencio Batista huyó después de 26 meses de guerra de guerrillas encabezada por los hermanos Fidel y Raúl Castro. Desde Santiago, Fidel Castro proclamó el "comienzo de la revolución".

El acto oficial tuvo lugar en la ciudad oriental de Santiago de Cuba, "Cuna de la revolución", y en él participaron el ex jefe de Estado y líder del Partido Comunista cubano, Raúl Castro, junto al actual presidente Miguel Díaz-Canel y las cúpulas del Partido Comunista y las Fuerzas Armadas».

Al día siguiente, 2 de enero, Francisco recibía en la sala de audiencias al Circo Nacional de Cuba y hasta participaba en un malabar con una pelota. Ese mismo día ante la ola de indignación y reacción mundial, el homenaje vaticano al 60° aniversario de la tiranía castrocomunista era retirado de dicho portal.

Lo que el homenaje vaticano omitía es, que el 1 de enero de 1959, la más sanguinaria tiranía que un pueblo haya padecido, se hacía dueña absoluta del destino de la Isla. Por decisión del verdugo que la encabezaba, desde aquel día seis millones de personas no podrían celebrar las festividades y conmemoraciones cristianas.

Los cubanos en el exilio, protestaron vehementemente respecto de la nota señalada de «Vatican News». El portal «CubaNet» dice: «Aunque la nota se limita a reseñar el acto oficial del pasado martes y no hace ningún juicio de valor respecto al régimen de La Habana, llama la atención que el Vaticano ofreciera cobertura a una fecha que marcó el inicio de un periodo oscuro en la historia de la iglesia católica en Cuba.

Sin embargo, el texto de María Cecilia Mutual no se detiene en el enriquecimiento de la cúpula castrista a expensas del pueblo cubano y olvida, de golpe, la persecución y el ensañamiento del régimen a la población católica».

El periodista Jaime Leygonier, retrotrae, cómo el castrocomunismo fue conculcando los derechos religiosos de los católicos cubanos:

«En los años 60, Fidel Castro empezó por restarle virtud a las Navidades para después prohibirlas en 1967 y mediante este proceso destruyó estas fiestas, para sustituirlas por la gran "fecha patria" de su vida: el 26 de julio, ataque (en el que no participó) al cuartel Moncada.

El ataque a la Iglesia católica comenzó en 1959 y recrudeció en 1960, con movilización de turbas que saboteaban las misas, y cada domingo se apostaban al paso de los fieles y los insultaban (estreno de la vigente farsa de "el pueblo indignado" contra los disidentes).

En domingos y en Semana Santa, el partido único organizaba fiestas infantiles políticas frente a los templos, con altavoces a todo volumen que transmitían consignas e himnos revolucionarios. Los niños fueron instados a estorbar el culto con gritos e incitados a apedrear las vidrieras cotidianamente.

Los evangélicos aplaudieron y declararon su apoyo al gobierno revolucionario y a sus medidas; pero, pronto les tocó la misma persecución. El anticristo, ni es mito religioso ni personaje de películas de horror, trata de dictadores que niegan a Dios e imponen la adoración a su propia persona.

Castro, impuso a todos la disyuntiva de ser, o fingirse ateo, o ser acusado de contra-revolucionario apátrida, pero la Nochebuena era en Cuba la principal fiesta de un pueblo fiestero, y como pueblo amante de la familia, reunía a ésta en torno a la mesa con puerco asado, frijoles negros, buñuelos y vino español. Asesinada la Navidad, sobrevivía la Nochebuena. Entonces, Castro ideó las "Navidades o Pascuas Socialistas".

En sus discursos, explicó que las Navidades se fundaban en la religión ("opio de los pueblos"), que eran extranjeras, y por tanto ajenas a nuestras raíces culturales -como si no fuéramos nación joven, crisol de culturas de inmigrantes- y que, además, eran capitalistas; promovidas para incentivar artificialmente las ventas y que el árbol de Navidad no tenía nada que ver con nuestro paisaje, que debía usarse la palma real, nuestro árbol nacional.

La Navidad, como fiesta familiar, no podía sino sufrir la política de destrucción de la familia: Castro generalizó desde 1966 el envío temporal de los escolares como peones agrícolas. Así, muchos hombres y niños no estaban con su familia el día de la proscripta Nochebuena, que devino en un día laboral cualquiera sin otra significación que la nostalgia de los que recordábamos la fiesta, y la devoción de los pocos que asistían a la Iglesia.

Las nuevas generaciones (cubanas) no tienen sino una vaga idea de la Navidad�».

Recientemente el periodista José Antonio Ureta, del Instituto Plinio Corrêa de Oliveira, de Brasil, ha publicado un documentado libro de 200 páginas bajo el título «El Cambio de Paradigma del Papa Francisco - ¿Ruptura o continuidad de la misión de la Iglesia? - Balance de cinco años de pontificado», estudio en el que el señalado autor citando abundante documentación, constata no sin dolor, de manera objetiva, aspectos izquierdistas del actual pontificado del papa Francisco.

Ureta recuerda, junto con decenas de dolorosos ejemplos, una conferencia de prensa en la cual Raúl Castro, después de su visita al Vaticano, en mayo de 2015, declaró que lee «todos los discursos del Papa», y que si el pontífice «sigue así», volverá a ser católico, al mismo tiempo que continuará «militando en el Partido Comunista».

Francisco en dicha ocasión llegó a pedir al tirano Raúl Castro, estrechando largamente sus manos ensangrentadas, que «rezara por él». Como dice Armando F. Valladares: «una escena escalofriante y estremecedora que, delante de Dios y de la Historia, marcará de manera indeleble el actual pontificado».