Loading...
Invitado


Domingo 20 de enero de 2019

Portada Principal
Revista Dominical

Un reencuentro que transporta a los bellos momentos de Katushia y Antawara

20 ene 2019

Por: Valeria Evelyn Gámez Amorós - Periodista

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

En noviembre del año 1997, la profesora Nelly Vásquez de Blacutt, escribió una carta titulada "¿Quién es Fernando?", refiriéndose al actual director de la Compañía Nacional de Danzas Ballet Katushia, Fernando Gómez.

En ese interesante texto, la autora pinta a Fernando con pinceladas de arte, lujo y colorido, por lograr con Katushia y Antawara, obras artísticas que han vencido al tiempo, a las contrariedades y dificultades con la nobleza propia de los espíritus selectos.

Demostrando el gran afecto al creador de Katushia, Nelly Vásquez habla de los logros y el crecimiento que ha tenido gracias a su esfuerzo, sacrificio personal y económico para levantar los bastiones del arte y la cultura.

Todas esas poéticas palabras expresadas en la carta, sólo pueden ser entendidas y expresadas por quienes fueron parte de la primera generación y que forman parte de la historia de Antawara y Katushia, los exalumnos que hasta ahora muestran su gran cariño y agradecimiento hacia el profesor Fernando.

Un reencuentro organizado por los exintegrantes de Katushia y Antawara y que ahora residen en la ciudad de Cochabamba, hizo posible que las emociones y recuerdos lleguen nuevamente, volviendo a vivir el afecto para con ellos, que aunque algunos vivan en otras ciudades como La Paz, Santa Cruz y Oruro, puedan acordarse de los momentos más impresionantes en sus vidas dentro del ballet.

Un reencuentro organizado por los exintegrantes de Katushia y Antawara y que ahora residen en la ciudad de Cochabamba, hizo posible que las emociones y recuerdos lleguen nuevamente, volviendo a vivir el afecto para con ellos, que aunque algunos vivan en otras ciudades como La Paz, Santa Cruz y Oruro, puedan acordarse de los momentos más impresionantes en sus vidas dentro del ballet.

Un transporte hacia el pasado, comenzando por las anécdotas nunca olvidadas, desde su participación en Antawara, donde dos "cambitas" eran la novedad del recorrido, con la intención de llegar hasta los pies de la Mamita del Socavón. Pero para logarlo debían hacer el entrenamiento en los Arenales del Norte orureño, esto les proporcionaba mayor fortaleza física, pero sobre todo anímica, relacionándose sanamente como una verdadera familia.

O en el año 1975, el viaje más recordado al país vecino de Chile, para una presentación de las danzas folklóricas propias del Carnaval de Oruro, donde el principal público era femenino, unas colegialas que exigían los autógrafos de los varones de Katushia, sintiéndose unos verdaderos artistas.

Hasta las historias llenas de amor, que formaron parejas dentro de Antawara y Katushia, muchas de ella permanecen unidas hasta la fecha y han formado sus propias familias.

Recuerdo con mucha atención los relatos de dos amigas inseparables hasta la fecha, una de ellas a quien admiro desde que me enteré que ella fue la protagonista del vals del "Joker". Ellas, desde sus estudios en la escuela de Música "María Luisa Luzio" estuvieron juntas y aprendieron lo bello de la danza clásica, ensayando desde muy pequeñas para utilizar las zapatillas en punta de sus compañeras mayores, practicando encima unas cajas de madera, lograron ser expertas en lo que amaban, que era bailar.

Algunos relataban su primer día en el ballet y el entrenamiento extremo que se tenía, pensando que jamás podrían alcanzar a quienes se encontraban con más experiencia, sin embargo con el tiempo llegaron a ser las figuras en el grupo de Antawara; eso sólo demuestra la dedicación, el entusiasmo y las ganas de hacer lo que amas.

Por su parte, Fernando recuerda que no ha sido fácil llegar a los 50 años, pues mantener un grupo que en su época eran alrededor de 300 bailarines y siendo el primer conjunto que entró en el recorrido del Carnaval con tres bandas, y que no sólo se bailaba Antawara, sino Morenada, Cullaguada y otras danzas, que incluso ocasionaron algunos problemas con la Asociación de Conjuntos Folklóricos de Oruro.

"Pero que sirvió para romper esquemas, porque antes el Carnaval de Oruro era solamente para la gente popular, de la gente de pueblo, bailaban en diferentes conjuntos pero de todo color, no se hablaba de coreografía, de desplazamiento. Aquel entonces no se utilizaba el concepto de coreografía, cuando entra Antawara, recién se habla de esto dentro de la danza del Carnaval".

Antawara en esa época era un equipo de gente selecta, lo que ocasionó que para los siguientes años en los demás conjuntos ya exista este tipo de gente, ejecutiva y denominadas "de familia", gracias a eso se ha visto un cambio y vemos lo que es ahora nuestro Carnaval, donde personas de diferentes estratos sociales y económicos se mezclan y comparten juntos la cultura orureña y boliviana.

Son muchos aspectos que han contribuido a Oruro desde el Ballet Katushia y Antawara y sobre todo gracias al profesor Fernando, quien dice que nunca hizo las cosas esperando un reconocimiento, sino con la intención de que ese maravilloso grupo crezca y que hayan cambios positivos en el mundo del arte y la cultura para la región.

Todos los exalumnos recordaban cada momento vivido con lágrimas en los ojos y agradecían, porque gracias a la disciplina impuesta por el profesor "Nano", sirvió para cada experiencia en la vida y para los logros alcanzados tanto en lo familiar como en lo profesional.

Después de este tiempo convivido con quienes forman parte de la primera generación del Ballet Katushia y Antawara, entiendo con claridad las palabras de la profesora Nelly Vásquez, quien expresó con exactitud todo lo que significa Fernando para quienes fueron sus alumnos y ahora grandes amigos.

Para mí, Fernando es amor, es ilusión, es ganas de seguir trabajando es quien enseña a tener disciplina para la vida, es el ejemplo de seguir luchando por lo que uno hace, es soñar y sobre todo es bailar con el corazón.

A esta gran familia Katushia-Antawara agradezco de corazón haber permitido que pueda compartir estas experiencias, pues con cada relato pude transportarme a esa época y ser parte de los instantes inolvidables que marcan la historia de nuestra Academia.

Claramente para contar todas las historias que han formado los 50 años de Katushia y Antawara, se necesita más de una página, pues dentro de ellas hay un sinfín de personas que aportaron a que la vida dentro del ballet siga adelante, pero por ahora sólo nos resta decir: Fernando eres Grande, gracias por todo.

Para tus amigos: