Sábado 19 de enero de 2019
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Escuchamos el vocablo servidumbre usualmente relacionado con limitaciones de dominio estipuladas por el Derecho Civil. Las servidumbres como afecciones de nosotros, los humanos, pueden definirse como la propia impotencia nuestra para gobernarlas o dominarlas, o al menos reducirlas; en efecto, nosotros sometidos a las afecciones no dependemos de nosotros mismos sino del azar y la fortuna, cuyo poder sobre nosotros es enorme, a tal extremo que usualmente nos obliga a que, viendo lo mejor, se haga lo peor.
En esta columna es importante aclarar que hay de bueno y de malo en las afecciones relacionadas con la imperfección y, además, sobre el bien y el mal. Toda obra que iniciamos y la terminamos será perfecta, no solamente en la opinión sino también ante el juicio de cualquier persona que sepa con rectitud, o crea saber, el pensamiento y la finalidad que se propuso el autor.
Ejemplificando: si vemos que una obra no está concluida y comprendemos que el objeto de su creador o artífice fue el de edificar una construcción, asumimos que la construcción es imperfecta; por lo contrario, que es perfecta tan pronto esté concluida y el detalle obtenido que el creador o artífice había resuelto alcanzar.
