Las inversiones funcionan bajo buenas condiciones

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Por supuesto que las condiciones más importantes para la atracción de inversiones en minería, son las normativas que en cada caso ofrezcan los gobiernos y desarrollen políticas de incentivo para garantizar movimientos financieros de alto nivel, es decir la incorporación de capitales a los planes estructurales, en este caso, de producción minera, que como se puede apreciar en países vecinos, son parte de normas claras que garantizan mutuos beneficios en condiciones de equidad, pero al mismo tiempo de amplia seguridad jurídica sin descuidar alicientes tributarios para asegurar la presencia de inversionistas y tecnología.

En nuestro país no se ha dado una apertura formal a la inversión extranjera para la minería, todavía el Estado hace ejercicios pretendidamente para medir fuerzas con inversionistas, anular las mismas y controlar de manera directa la mayor cantidad de operaciones mineras, las que como es natural, no aumentan porque sencillamente la capacidad oficial de inversiones no cubre, ni siquiera el requerimiento primario y obligatorio de financiar planes de prospección y exploración.

Actualmente según los datos de autoridades en nuestro país las operaciones mineras están en un 60 por ciento en manos del sector privado, las cooperativas mineras manejan el 30 por ciento de las operaciones extractivas y la minería estatal se aproxima a un 9 por ciento de la producción minera nacional. Casi en la misma proyección, estos sectores generan beneficios a través de impuestos y regalías, pese a esa realidad, no hay una decisión que permita la atracción de inversiones extranjeras para mover la gran minería.

Por la observación de especialistas lo que hace falta en materia minera, es la decisión de orden superior que regule la actividad productiva, haciendo uso de instrumentos legales, debidamente actualizados y reglamentados, como la Ley Minera 535, promulgada en mayo del 2014 y que más de cuatro años después no tiene reglamento, carece de una renovada normativa tributaria y en términos generales es apenas un referente de "política minera" y no un instrumento de productividad minera, que es lo que se necesita para buscar cambios prácticos en la dinámica de establecer una verdadera competencia con las políticas vecinas que diariamente fomentan el crecimiento de su industria minera, captando y aprovechando grandes inversiones mineras.

Dadas las condiciones actuales del funcionamiento de la actividad minera, bajo un modelo obsoleto, es poco lo que se espera en materia de inversiones por lo mismo y sin tener idea de tiempo, el futuro de nuestra minería se mantendrá estático y el gran salto a su industrialización, es todavía una ilusión.

Fuente: LA PATRIA