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Sábado 05 de enero de 2019

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Revista Tu Espacio

Así es la Alta Tierra de los Urus

La preciosa plaza Tiahuanacu y su parque intocable

05 ene 2019

Por: Dehymar Antezana - Periodista LA PATRIA

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Cerramos los ojos y viajamos al pasado para divisar una plaza y parque en la que se congregaban, principalmente durante todas las tardes, decenas de niños del barrio que disfrutaban de ese espacio para jugar a la pelota, al ajedrez, realizar saltos acrobáticos desde la altura de un muro para caer hasta las pequeñas dunas de arena que eran preparadas como amortiguadores.

Su diseño triangular también servía como pista de bicicletas cuyas jornadas eran memorables para la conquista de un corazón inocente. Era un tiempo realmente inolvidable que se vivía en ese lugar donde en sus divisiones había roca, cactus, algo de césped, pero ante todo alegría con la risa de los niños.

Aquellas escenas ahora son solo recuerdos que están grabadas en el corazón de quienes tuvieron la oportunidad de disfrutar de ese parque, que si bien no tenía mucho atractivo, era de gran significado por su punto de encuentro y las aventuras inolvidables.

Pasaron las décadas, ahora se ve muy remozada por los arreglos y cambios que sufrió. Entre ellas, el emplazamiento de un monolito como ícono de la cultura tiahuanacota, motivos andinos en distintas partes del parque. Asimismo, una fuente de agua cuyo centro es una hermosa moza nativa.

En los alrededores malvas y margaritas, tal cual muros naturales son la riqueza en flora del parque. Sobrevivieron al tiempo los tableros de ajedrez, que aún son el atractivo del parque.

Al centro una especie de réplica de la Puerta del Sol con algunas cabezas de monolitos en los alrededores. A la vez hace de ingreso a un pintoresco parque en el que existen juegos de distintos tipos y accesorios para hacer ejercicios, sin embargo, es solo para admirarlo como si fuese un museo, desde las rejas.

Algunos vecinos indicaron que solo sábados y domingos se abren las puertas de aquel sitio, mientras que durante el resto de la semana, es solo un espacio inerte, con la ausencia de la sonrisa de los niños.

Ya no se escuchan los gritos y menos se ven las travesuras que en otrora se hacían. Solo se debe esperar un quinteto de días para solazarse en un ambiente que en el siglo pasado fue el mejor.

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