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Sábado 05 de enero de 2019

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Revista Tu Espacio

RESPUESTAS DE PSICOLOGÍA

Trastorno de pesadilla

05 ene 2019

Fuente: Fuente: Lic Mg.Sc. (c) Rodrigo Aliendre Ramírez

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Muchas veces sucede que a lo largo de nuestra vida, en el sueño /vigilia, hemos tenido pesadillas, pero es necesario diferenciar éstas con aquellas que se presentan como síntomas de trastorno de pesadillas, que deteriora o provoca disminución o disfuncionalidad en la capacidad de relacionarnos con nuestro entorno.

Entre los síntomas principales del trastorno de pesadillas encontramos que se producen de forma repetida sueños disfóricos (incomodidad, infelicidad o sentirse enfermo), prolongados y que se recuerdan bien, que por lo general implican esfuerzos para evitar amenazas contra la vida, la seguridad o la integridad física y que acostumbran a suceder durante la segunda mitad del período principal de sueño. Al despertar de los sueños disfóricos, el individuo rápidamente se orienta y está alerta. La alteración del sueño causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.

Las pesadillas son típicamente prolongadas, elaboradas, donde la imaginación del sueño se da en forma de historias que parecen reales y provocan ansiedad, miedo u otras emociones de incomodidad o infelicidad. El contenido de la pesadilla se enfoca típicamente hacía el intento de evitar o afrontar algún peligro inminente, pero puede implicar temas que evoquen otras emociones negativas. Las pesadillas que suceden tras las experiencias traumáticas pueden replicar la situación amenazante, pero la mayoría no lo hace. Al despertarse, las pesadillas se recuerdan bien y se pueden describir con detalle.

Las pesadillas suelen terminar al despertarse y al regresar rápidamente al estado de completa alerta. Sin embargo, las emociones disfóricas pueden persistir durante la vigilia y contribuir a presentar dificultad para volverse a dormir y malestar duradero durante el día. Es posible que algunas pesadillas, las llamadas malos sueños, no hagan que la persona se despierte y sólo se recuerden más tarde.

Las pesadillas suelen comenzar entre los 3 y los 6 años, pero alcanzan un pico de prevalencia y de gravedad en la adolescencia tardía o en la edad adulta temprana. Las pesadillas aparecen con más probabilidad en los niños expuestos a factores estresantes psicosociales agudos o crónicos y por tanto, puede que no se resuelvan de forma espontánea. En una minoría persisten las pesadillas frecuentes hasta la edad adulta, originando una alteración de por vida.

Entre las consecuencias de las pesadillas, tenemos que considerar que si bien causan malestar subjetivo significativo, más que un deterioro ya sea laboral, académico u otros, dependerá la frecuencia de las pesadillas y si ésta produce intermitencia o sueños interrumpidos, que llevan al insomnio o somnolencia diurna y nocturna, que perjudicara el desarrollo de las actividades cotidianas y es más probable la inclusión de otros síntomas como la depresión, ansiedad, inestabilidad emocional y conductual, cambios de ánimo radicales, u otros que no solo afectan a la persona que los padecen, sino a su entorno inmediato. Por lo mismo es necesario la intervención de profesionales en área de salud mental (psicología o psiquiatría), para el diagnóstico y tratamiento posterior, para lograr la funcionalidad de la persona en los ámbitos en los que se desenvuelve.

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