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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Democracia y soberanÃa del pueblo - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
La democracia se encuentra estrechamente ligada al poder del pueblo por esta razón entiendo que "El futuro de un paÃs consistirá en una sociedad de individuos libres, que ejerzan su libertad de la manera más amplia posible, lo que exige como requisito "una sociedad de ciudadanos razonables que interpreten correctamente el principio de la soberanÃa del pueblo", es decir entender el valor de la democracia en una sociedad de personas libres en la que cada uno pudiera ejercer su libertad sin que la misma fuese obstáculo para que otro pudiera disfrutarla del mismo modo.
La soberanÃa se define como el "poder absoluto y perpetuo de una República o Estado"; y soberano es la colectividad o pueblo, que otorga origen al poder trasfiriendo sus derechos a favor de la autoridad. Cada ciudadano es soberano y súbdito al mismo tiempo, ya que contribuye tanto a crear la autoridad y a formar parte de ella, en cuanto que mediante su propia voluntad da origen a esta, y por otro lado es súbdito de esa misma autoridad, en cuanto que se obliga a obedecerla. La voluntad general tiene el poder soberano, es aquella que señala lo correcto y verdadero, y las minorÃas deberÃan acatarlo en conformidad a lo que dice la voluntad colectiva. Al respecto, algunos autores denominaron como soberanÃa popular que se mira como más cercano al pueblo, el cual se supone que actualmente tiene un grado de cultura cÃvica y moderación mucho más alto que hace tiempo, por esta razón se afirma la soberanÃa del pueblo pero esta afirmación tuvo contraposiciones porque se decÃa que soberanÃa radica en la nación y no en el pueblo, queriendo con ello expresar que la autoridad no obrarÃa sólo tomando en cuenta el sentimiento mayoritario coyuntural de un pueblo, que podÃa ser objeto de influencias o pasiones desarticuladoras, sino que además tuviese en cuenta el legado histórico y cultural de esa nación y los valores y principios bajo los cuales se habrÃa fundado. Además, el concepto de nación contemplarÃa a todos los habitantes de un territorio, sin exclusiones ni discriminaciones. En tanto que los parlamentarios son representantes y no mandatarios, y gozan de autonomÃa propia una vez elegidos y ejercen sus cargos mediando una cuota de responsabilidad y objetividad al legislar; en cambio los mandatarios deben realizar lo que su mandante le indica, en este caso el pueblo; quien tiene el poder de decisión, de dar las leyes sin recibirlas de otro, es decir, aquel que no está sujeto a leyes escritas, pero sà a la ley divina o natural.
Una interpretación correcta del principio de soberanÃa popular requiere profundizar en el concepto del poder soberano, en el mismo concepto del poder, que se entiende como absoluto y en el orden jurÃdico normativo. Estos constituirán los pasos previos que se debe dar a fin de entender de manera adecuada las distintas concepciones acerca del poder, hasta comprender que la expresión genuina de la voluntad polÃtica es la opinión pública que se articula con la democracia representativa y participativa, lo que lleva a abordar el problema desde una perspectiva que no sea ni fáctica ni normativa, sino racional, de manera que se pueda construir el concepto de la opinión pública como la expresión de una voluntad polÃtica racional antes que arbitraria.
Es necesario entender que el poder soberano es precisamente un poder absoluto, sin lÃmites efectivos, pues incluso los lÃmites de tipo moral, aquellos que vienen determinados por las leyes naturales que descubre la razón, no pueden actuar como freno puesto que sólo tienen viabilidad en el ámbito interno, lo que lo lleva a configurar al poder soberano como un poder fáctico, que es imprescindible en la ordenación de todas las relaciones externas, que conlleva la unidad entre polÃtica el poder del pueblo y la conducta transparente de este último que tiene que ver con dos enfoques, uno interno, que es el propio de la moral, y otro externo, que es sobre el que manda el derecho creado por el soberano; en el primero rige el deseo de que se cumplan esas leyes de la naturaleza, esto es, la buena voluntad; el segundo estará presidido por la fuerza irrestricta del soberano.
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