Viernes 04 de enero de 2019

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"Porque me ha dejado cosas muy buenasÂ?" Tal vez a muchos, en lo personal, les ha levantado el ánimo esa canción festiva. Pero en lo que hace al paÃs, no lo repetirÃamos sino al revés. El 2018, que ya "ha pasado a formar entre los muertos", como dice un poeta en El brindis del bohemio, nos ha dejado un cúmulo de sucesos nada agradables. Es el año en que abogados, fiscales y jueces de mala conciencia sentenciaron a 20 años de prisión a un inocente; también el de una doctora que por mala praxis médica extirpó el órgano sano de un niño; y el de una canica alevosa que persiguió a Jhonatan hasta dar con él, para victimarlo, en El Alto.
Esos, aun siendo también dramáticos, sólo son cartas y espadas en un contexto más amplio y más desastroso. Los otros, los que subrayará con rojo la historia son, a nuestro juicio, aquellos que se marcan con trágica relevancia. Los comentaremos, brevemente, en las lÃneas que siguen:
El mar en La Haya se nos esfumó como una quimera. No hay peor mal que el que uno mismo se hace, sin querer, con sarcástica ironÃa: ir por lana hasta Holanda y volver trasquilado. Al final, sólo sirvió para el paseo turÃstico de los convidados de piedra. El Tribunal pulverizó uno a uno todos los alegatos plurinacionales. El iluso entusiasmo no dejó advertir la inclusión de dos palabras que determinaron la derrota: "Obligación" y "soberanÃa". Chile anticipó su respuesta. Resultado: las puertas del PacÃfico están ahora cerradas para el diálogo sobre el mar con soberanÃa. Ese fue el logro del "impecable equipo jurÃdico".
El hecho de que la medalla del libertador BolÃvar, se haya dejado en una mochila en la puerta de un prostÃbulo, mientras el portador, urgido de otra cosa, hacÃa "pieza" dentro, también tiene ribetes de ironÃa y crueldad. Pero todo en la vida tiene alguna explicación o como dijera un filósofo: es la lógica inmanente de las cosas. La mochila y la actitud desaprensiva del militar son la expresión del desprecio con que se ven los sÃmbolos de la república ignorada; por lo que no es pues un accidente ni una casualidad. Aquel ciudadano que tuvo el tino de devolver la joya es moralmente superior a todos los funcionarios, civiles y uniformados, del Estado Plurinacional.