Mientras en otros niveles de interrelación diplomática se pierde el tiempo en una serie de apreciaciones más dogmáticas que elementalmente de política exterior, los que saben de la importancia de mantener buenas relaciones entre todas las instancias… inclusive las cuestionadas, dan paso a esa práctica con el intercambio de representantes oficiales.
Eso es lo que se observa por ejemplo en las relaciones entre Venezuela y los EE.UU. cuyos dignatarios de Estado, haciendo abstracción del cruce de palabras más o menos ofensivas, con mayor fuerza acusatoria en el país latino y no menos contundentes y esclarecedoras en la nación del norte, dan paso a un acuerdo diplomático que restablece relaciones y con embajadores en ambos países.
En el tema de las promesas el gobernante venezolano recordó a su par norteamericano que lo importante será mantener buenas relaciones en base al cumplimiento de una promesa para no “meterse en las cosas internas de Venezuela” y eso parece constituirse en un sencillo proceso de diplomacia efectiva, que al mismo tiempo exigirá reciprocidad entre partes.
Lo que se rescata además de esta reciente “jugada” entre diplomáticos de alto nivel en relaciones externas es que para los gobiernos principalmente logren el sostenimiento de políticas económicas que no alteren su flujo monetario. El caso del presidente es claro, no puede poner en riesgo su enorme negocio petrolero con EE.UU. mientras que desde el norte la posición es más bien la de sostener relaciones prácticas con el gobierno contestatario latinoamericano.
La diplomacia inserta de cualquier modo en sus operaciones la importancia de las “relaciones financieras y los intereses comunes”, he ahí la posición de dos gobiernos que pese a discrepancias aparentemente grandes las minimizan a la hora de continuar los negocios fundamentales, que son los de beneficio común.
En tanto en estos lados esa diplomacia práctica está adormecida porque prevalece la posición dogmática y la soberbia estatizada que pone trabas al restablecimiento de acuerdos para recuperar ciertas ventajas que benefician de manera directa a los sistemas productivos nacionales. Caso concreto de nuestros productores, sus exportaciones al país del norte, la pérdida del Atpdea con severas consecuencias económicas y pese a tales perjuicios prevalece la acción caprichosa de mantener distantes las posibilidades del restablecimiento de las relaciones diplomáticas, mientras los “amigos” hacen su parte y vuelven a relacionarse sin mayores problemas.
En el caso simple de otras relaciones diplomáticas, por ejemplo con Chile, tampoco avanzan las gestiones y más allá de los “acercamientos de tercer tipo”, porque no funciona en su primer nivel, las cosas se mantienen simplemente en meros intentos de exigir el cumplimiento de una agenda de 13 puntos que aún no es satisfecha y que posiblemente podría mejorarse si se produjera después de muchos años el restablecimiento de plenas relaciones. Se trata de defender nuestros intereses y hay que hacerlo con la mayor habilidad, practicidad y sobre todo eliminando la “retórica negativa”. Buenas relaciones, mejores opciones de solucionar problemas.
Fuente: LA PATRIA
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