Termina el 2018 con una situaci贸n lamentable para el ejercicio period铆stico, y no lo digo solamente por las condiciones nacionales, sino por las de toda Latinoam茅rica y a煤n por las del mundo entero. Los peri贸dicos se cierran, los reporteros mueren, los editorialistas quedan amenazados, los informes del d铆a a d铆a se ven influenciados por los intereses de las mayor铆as, las cr贸nicas se vuelven narrativa partidista y de secta y los hechos noticiosos verdaderamente importantes quedan sepultados bajo la utilidad de quien no sacar铆a provecho si aqu茅llos se publicasen.
Lo preocupante es que el problema ha pasado de ser informal a ser formal. Esto es que, en algunos pa铆ses, la cuesti贸n de la limitaci贸n de la libertad period铆stica quiere ser trasladada al campo de las leyes o las instituciones. Se quieren, por ejemplo, institucionalizar oficinas que fiscalicen el trabajo de los peri贸dicos o estaciones de radio o que, por lo menos, acosen a los medios cr铆ticos o que examinan la realidad con lentes de buen investigador. Ojo que, como tenemos dicho, este problema no es propio solamente de la pol铆tica latinoamericana, sino que est谩 tambi茅n presente en Europa y Asia. En Polonia, verbigracia, se est谩n censurando algunos contenidos televisivos y en Turqu铆a, peor a煤n, arrestando a varios periodistas. En el lado occidental de Europa las cosas no son tan negras, salvo el caso de Espa帽a, cuando se intervinieron los tel茅fonos m贸viles de redactores de dos peri贸dicos.
Los periodistas del Asia parecer铆an estar hoy en el ojo de la tormenta. Afganist谩n, Siria y Yemen son, hoy por hoy, verdaderos infiernos para el periodista. Y lo son no tanto por sus respectivos gobiernos cuanto por la situaci贸n que atraviesan tales Estados en su conjunto. Y es que las guerras pol铆ticas no son solamente guerras contra ideolog铆as, culturas o religiones, sino que son tambi茅n combates a muerte contra los reporteros, corresponsales, cronistas y fot贸grafos que tienen la misi贸n de informar al mundo sobre las atrocidades de que es capaz el hombre de hoy.
Ahora s铆 hablemos de Am茅rica. La situaci贸n aqu铆 es sombr铆a. La labor de la informaci贸n no est谩 solamente amenazada por el gobierno sino tambi茅n por problemas sociales como el narcotr谩fico, la corrupci贸n en niveles locales y el crimen organizado. Incluso la empresa privada, una muy maleada y corrupta, se ha visto involucrada en esto. Eso s铆: no por proceder la amenaza de focos que no son del gobierno significa que 茅ste no tenga el deber de garantizar una prensa segura en su labor. Pero la realidad, en conclusi贸n, es que la amenaza proviene de distintos lugares. Las mafias deben ser reprimidas por los gobiernos, y si no pueden ser desbaratadas, al menos deben ser contenidas para que el reportero no est茅 expuesto a peligros al momento de ejecutar su trabajo.
Ahora bien, el problema no solamente son el sicario y la bala que desgarra el coraz贸n del periodista, el problema es tambi茅n, dig谩moslo as铆, gubernativo. Desde los Estados Unidos, con un Trump que siente un odio visceral contra los medios de comunicaci贸n, hasta Bolivia, donde se est谩 persiguiendo a varios periodistas, los gobiernos est谩n involucrados en el problema del debilitamiento del periodismo y la comunicaci贸n social. En Bolivia, por ejemplo, ocurre que el gobierno est谩 copando para su provecho varios medios y gastando dispendiosamente dineros fiscales para pagar publicidades partidistas y con fines electorales. Sucede tambi茅n en Venezuela y Nicaragua, pa铆ses en los que varios medios impresos tuvieron que suspender sus ediciones por falta de publicidad o por asfixia. O, simplemente, por amedrentamiento.
La situaci贸n es complicada y concierne directamente al buen funcionamiento de un Estado de Derecho. La prensa cr铆tica y el periodismo de investigaci贸n son pilares fundamentales para el funcionamiento de un pa铆s que vive en democracia. Esperemos que el 2019 sea un a帽o de enmiendas en este sentido, y en muchos otros sentidos tambi茅n.
(*) Licenciado en Ciencias Pol铆ticas
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