Llegó el día de las decisiones, especialmente las que están dirigidas al uso del aguinaldo para satisfacer algunas expectativas de la familia, especialmente de los niños y los jóvenes, los más entusiastas para recibir regalos, los más chicos todavía con la idea del Papá Noel, los mayorcitos más realistas en función a las posibilidades del jefe de familia y éste haciendo malabares para que alcance su bono extra de fin de año, que en algunos casos se doblará y por lo mismo obligará - así fuera- a reflexiones más serenas sobre el buen uso de un ingreso extra que podría ser parte de un ahorro estratégico.
Todo depende de un buen criterio que se sobreponga a circunstancias de mero entusiasmo y se entienda que la Navidad en su contenido comercial y mercantil no es igual para todos, es más bien una ocasión para demostraciones fuera de lugar en el sentido estricto de aprovechar las circunstancias de orden socio económico que se disponen en la colectividad, con marcados signos de injusticia que son el producto de acciones más políticas que evidentemente humanitarias.
Aunque se quiera mostrar un factor de beneficio colectivo, lo evidente es que la Navidad, por las características mercantilistas que la rodean, se ha vuelto una festividad de abierta competencia y por lo mismo de notoria injusticia, pues algunos beneficios del proceso no son distribuidos equitativamente en los sectores sociales de la comunidad.
Hay condiciones más políticas que realmente solidarias o humanitarias, no toda la Navidad es igual, por lo mismo se estima que debiera prevalecer un sentido de armonía, de solidaridad, sobre todo de fraternidad para hacer que la fiesta cristiana sea celebrada en un marco de igualdad, de amor y comprensión, por encima de los valores materiales que son los que predominan en la ocasión.
En el hecho concreto de la festividad religiosa, el intercambio de regalos es parte del tradicional festejo, pero con el paso del tiempo el sentido de dar y recibir en Navidad ha traspuesto ciertos límites y se ha convertido en una fiesta de ostentación que funciona en el marco de quién tiene más, por encima incluso de los valores cristianos de una festividad que se origina en el nacimiento de Jesús en un humilde pesebre y los sencillos presentes de los Reyes Magos.
Lo del tiempo presente es una competencia de regalos, demostración de fuerza entre quienes más tienen o más pueden, haciendo que el sentido cristiano de la festividad se convierta en una nociva competencia material y comercial. Lo importante es no perder el sentido cristiano, solidario y fraterno para celebrar el nacimiento del Hijo de Dios, de eso se trata.
Pretendiendo salvar por lo menos un criterio práctico de esta celebración hay quienes aconsejan el buen uso de los recursos que se obtienen en la fecha y que bien manejados deberían servir para crear un ahorro familiar, para priorizar luego factores tales como la salud, los estudios y la seguridad familiar, por eso es que en la fecha, frente al despilfarro de recursos, bien vale la pena exhortar a los buenos ciudadanos a cuidar sus ingresos y evitar derrocharlos con fines suntuarios.
El buen uso del aguinaldo debe ser parte de ahorro y de gastos útiles para la salud y el bienestar familiar, sin muestras de ostentación.
Fuente: LA PATRIA
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.