Toda la población al unísono aplaude el Decreto 420 que castiga la conducción de vehículos en estado de ebriedad, esta es una medida reactiva o para decirlo más fácil, es una política que no ve los otros componentes causales de la inseguridad, por tanto es una última alternativa frente a la incapacidad de generar políticas efectivas de parte del Estado para la “prevención” de conductas de riesgo de la población.
El informe de desarrollo humano de Naciones Unidas del año 2003, indica que “Bolivia es uno de los pocos países del mundo que carece de una política de Estado en el tema del alcohol, y concluye el informe que ante esta ausencia, el alcohol pervive de manera cotidiana con el ciudadano boliviano; el alcohol vive al interior de la familia, se convive en el barrio, en la comunidad entendida, está en las plazas, las calles y avenidas de la ciudad y con más permisividad en los pueblos de la nación y por último es parte de la institución, por tanto en toda la cultura boliviana está presente el alcohol”. Pero el informe también menciona cómo el alcohol circula en la población, “Bolivia no tiene una legislación que controle el consumo, y el expendio principalmente, al carecer de estas dos instancias de control, el alcohol se formaliza en la comunidad de manera informal, es decir todo el comercio vende alcohol, se consume en todo lugar y momento, y por éstas dos situaciones el alcohol es la bebida más “accesible”; niños - jóvenes todos los grupos humanos en todo lugar y momento acceden al alcohol”.
Las leyes, los decretos, son parte de las Políticas Públicas de todo Estado responsable, sin embargo, cuando un Decreto Supremo emerge del ejecutivo, significa que no ha transitado para su promulgación, por los caminos del “debate” consenso o concertación para su puesta en “vigencia”. Este trabajo debió realizarlo la Asamblea Legislativa. El debate significa: estudios, investigaciones, análisis del por qué. El consenso nos indica cómo debemos comprender el problema, y la concertación nos señala quienes serán los responsables de la solución, es decir hacemos un diseño primario de las soluciones de la problemática.
Un serio abordaje de la problemática nos indica, que debemos atacar los otros factores que hacen a la inseguridad en las carreteras principalmente; primero debemos regular al alcohol, esto significa que deberemos construir un marco jurídico para controlar el expendio o venta de alcohol, los estándares internacionales nos indican que no se debe vender alcohol en carreteras, significa que ningún municipio debe otorgar “patente o licencia” para la venta de alcohol en carreteras. Esto se logra mediante la categorización de tiendas en la venta de alcoholes. En caso de contravención están los castigos de tipo pecuniario, los de anular la patente y penal. En este acápite también se debe “prohibir” el consumo de alcohol en vía publica, en especial en carreteras, por parte de poblaciones adyacentes.
Otro componente en la cadena fatalista de los accidentes de transito, está la carencia de normas que regulen el transporte de pasajeros. El transporte en Bolivia esta regida por la oferta y demanda esta situación hace que no se pueda normar en esencia el transporte. Sin embargo no debe ser excusa para no regular el transporte de pasajeros. Si logramos normar y reglamentar el servicio de transporte de pasajeros tanto urbano como de larga distancia, habremos reducido la fatalidad en las carreteras. Pues al no existir normas que sancionen ante mínimas infracciones por parte de choferes de buses, camiones, micros, minibuses y taxis, los conductores adquieren hábitos de continua transgresión. La infracción por más pequeña que sea cuando se la hace de modo regular, se convierte en hábito y esto en costumbre.
Otro componente de la inseguridad vial, está en la ausencia de autoridad, hoy en día la rigurosidad policial se ha perdido, hasta diríamos de ha relajado. Una total falta de control en cuanto a las infracciones de conductores, he manifestado que las mínimas infracciones llegan a las transgresiones mayores. Por tanto si logramos controlar las infracciones pequeñas las mayores no se darán.
Un último componente de esta cadena fatalista, está el aspecto educativo; en temas de educación vial, toda la población es analfabeta más cuando se trata de choferes, sean estos de servicio o particulares. La cultura vial es parte de una política de Estado, la educación vial es un componente de lo que significa la seguridad ciudadana, sin embargo esta transversal es muy poco impartida o enseñada en las escuelas del país.
(*) Experto en Desarrollo Local
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