Navidad, aguinaldo y compras

Es el orden en que se presenta la próxima festividad y que tiene en los niños y jóvenes sus mayores esperanzados en recibir algo de lo que "se pide" o por lo menos de lo que se ilusiona en una alternativa fantasiosa para algunos y de dura realidad para muchos.

El sentido solidario y cristiano de una verdadera Navidad, se ha convertido en un gigante negocio que alienta la competencia en regalos y gastos, desvirtúa la esencia de la renovación de fe en el nacimiento del Hijo de Dios y por lo mismo no es otra cosa que una abierta muestra de la capacidad económica de unos, sobre las restricciones de otros, en una pública y dolorosa competencia que se observa desde días antes de la Navidad y que espectacularmente está en las calles y en las plazas el día mismo en que también se recuerda el nacimiento de Jesús en un humilde y sencillo pesebre en Belén.

Lo irreversible es que la temporada de compras está en movimiento, con más o menos presupuesto las compras son inevitables, lo importante para los padres de familia es tratar de satisfacer de la manera más aproximada el deseo de los niños y de los jóvenes, en cada nivel con cierta inquietud, ante el avasallamiento de una gigante y masiva campaña en los medios de comunicación, pero de manera especial en las redes sociales, donde las ofertas son verdaderas tentaciones al ingenio y hasta a la voluntad de los más jóvenes, instancia a la que tampoco son inmunes algunos padres y madres de familia.

El criterio sensato que debería primar en este tiempo, comenzaría en la práctica de motivar en la familia el sentido de solidaridad, de amor y unidad familiar, establecer prioridades que estén adecuadas a las circunstancias y que no signifiquen gastos excesivos o innecesarios, sólo por egocentrismo. Los mejores regalos son los que se dan con amor y se reciben con satisfacción, sin que los mismos sean suntuarios o extravagantes.

La Navidad es también una ocasión no sólo de dar, también de recibir y en ese intercambio, lo importante es que el regalo sea una clara y sincera expresión de cariño, de amistad, de reconocimiento y en ningún caso una muestra de ostentación, que en realidad sale de los márgenes de solidaridad y aprecio. Estamos frente a una responsabilidad de alta sensibilidad y corresponde en cada caso, promover en nuestras familias el sentido cristiano de la Navidad, ampliar la fe en el nacimiento del Mesías, como el hecho trascendental que debe unir a millones de ciudadanos en el mundo entero, eliminando guerras, injusticias, corrupción y destrucción de los bienes comunes.

Estamos muy próximos a la Navidad, este es el tiempo de las compras, de gastar uno o dos aguinaldos, pero debería ser también el tiempo de la solidaridad de promover la paz y la unión, de fortalecer la familia y convivir en armonía sin fatuas demostraciones.

Fuente: LA PATRIA