Es como una catástrofe el que se dejen de lado cuestiones fundamentales que hacen a la dirección teórica de nuestras instituciones y nuestro espÃritu. La pedagogÃa y la instrucción son un ejemplo de estas cuestiones fundamentales que se dejan olvidadas.
La pedagogÃa es como la filosofÃa o el espÃritu de la enseñanza, mientras que la instrucción está en un plano más polÃtico y está referida a las formas de canalización de la enseñanza. Todo esto, tomado en conjunto, hace a la educación.
Amemos nuestras lenguas, nuestras costumbres, nuestras leyendas, nuestros montes, lagos y llanos, nuestro folklore, en una palabra; pero no les digamos a nuestros hijos que en esas cosas termina el mundo o que en ellas están el futuro y el desarrollo. Aprendamos el aimara y demos una ojeada al quechua y al guaranÃ, idiomas tan ricos y variados que, por sus mismas morfologÃa y estructura, aportan al hombre una noción de la conformación de los idiomas universales, ¡pero no creamos que con ellos ya lo hemos conquistado todo!
Todo ese contenido deberá canalizarse en el debate parlamentario, en una ley y posteriormente en una reforma, que deberá ser conducida por un humanista boliviano, y secundada por peritos extranjeros. La educación primaria es importante, pero quizá lo esencial está en las aulas de la enseñanza suprior, hoy repletas de jóvenes embrutecidos por una mala polÃtica.
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