Este orureño que desde el vientre de su madre estuvo presente en los estadios, se identificó con la "V", que no solo es un sÃmbolo en su vida, sino que representa todo en su existir. Ã?l es Richard Flores Alarcón, más conocido por los hinchas del fútbol y sus seguidores como "el diablito", por llevar en su ser a un personaje muy tÃpico de Oruro y su Carnaval, la Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
En el 2007 ya se convirtió en un hincha con pasión absoluta, agarraba un tubo de humo en la mano y corrÃa por las graderÃas de la curva Sur, al margen de alentar a su equipo, de motivar a la gente en ese objetivo. Los espectadores, lo aplaudÃan y le bautizaron como el "diablito", ya que a cada paso por el escenario, le gritaban: "¡diablos!, ¡diablo!".
"De Potosà esperamos para abordar un micro a Sucre y como no habÃa nos Ãbamos a pie, hacÃamos dedo hasta que unos amigos nos recogieron del camino. Nos apostamos en el pasillo, donde pudimos, viajamos espalda con espalda, eran tres horas y media de viaje", contó.
Faltando unos minutos antes que termine el encuentro, un tiro libre rematado por Viglianti hizo explotar de júbilo a la hinchada para lograr el resultado esperado, una victoria y pese a las peripecias que pasaron inclusive de salir de incógnitos de la cancha por no ser agredidos por los rivales, se fueron contentos de Sucre.
"Lloramos de alegrÃa, nos abrazamos entre todos".
PARTIDO
En cada partido su corazón late a mil, espera con ansias cada encuentro y con el nerviosismo en el cuerpo, obviamente con el deseo de que gane el equipo de sus amores. Una vez en la cancha se lleva humos, papel picado y obviamente el uniforme que no puede faltar en su cuerpo. Pero antes de salir de casa hace una oración, pide protección y bendiciones de la Mamita del Socavón, de Dios y de Jesús.
Una vez en la cancha se transforma en el impulsor del apoyo, porque consideró que muchas veces la gente es apática y siempre necesita una motivación para gritar y alentar a la V azul.
Cuando el partido es tenso, su cuerpo empieza a colapsar e incluso con algún dolor en el pecho, por ello, sale a los pasillos y vuelve nuevamente a la graderÃa para continuar en la acción.
Richard continuará apoyando a su equipo con el único fin de vivir esa pasión que siente en el corazón, ahora quizás no tan identificado con el diablito, porque va con su familia a la cancha, pero sà con esa fuerza y energÃa que transmite a la hinchada durante los 90 minutos de juego.
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