Dios no nos la puso fácil con la conflictividad natural de existir; nos crea a todos con la inclinación al Bien, sin embargo, nos concede el libre albedrío que es la causa para que la humanidad se pierda en ilícitos y malas decisiones que dejan su impronta negativa para el resto de la vida.
El libre albedrío es la capacidad del ser espiritual para tomar por sí mismo, de forma unívoca, sin ser precedentemente determinado por nada, una dirección frente a los valores limitados conocidos, para elegir o no elegir el bien limitado o para elegir este o aquel bien, concebidos como limitados.
La libertad de la voluntad no significa en modo alguno la capacidad para querer sin causa, como muchos adversarios del libre albedrío afirman sin conocer la verdadera doctrina de la libertad, es decir, no hay querer sin motivo. La libertad de la voluntad no significa que ésta no pueda estar intensamente impresionada y solicitada por los motivos y estar absolutamente indiferente, tampoco que los hombres, de hecho, quieran siempre libremente debido a que muchas acciones de la vida cotidiana se ejecutan sin consideración de los motivos.
De cardinal importancia es que la deliberación necesaria para la elección puede estar limitada y dificultada por las pasiones o por estados patológicos de trastornos mentales. El hecho del libre albedrío se infiere sobre todo de sus relaciones con la personalidad ética.
Sin libertad y sin la posibilidad de querer de tal o cual modo, los humanos no pueden razonablemente ser más responsables de las orientaciones de su voluntad ni más digno de premio o castigo de los que es un enfermo de su enfermedad; lo que concluye que, sin libertad no cabría separar con razón del puro valor de utilidad la bondad moral o la maldad del querer. El imperativo categórico de Kant sobre la conciencia carecería asimismo de sentido, como también la vivencia de la buena o mala conciencia, la culpabilidad, el arrepentimiento, el remordimiento, etc.
Frecuentemente por un engañarse a sí mismo, por un desconocimiento inconsciente de los motivos, sino por la realidad de la libertad, es posible en numerosos casos predecir con la máxima probabilidad decisiones ulteriores de las personas si se conocen exactamente su carácter, inclinaciones y situaciones, esto se explica por el hecho de que algunos casos mujeres y hombres escogen justamente aquello que de ordinario responde a sus costumbres, inclinaciones estables o a su consideración de la situación, sobre todo si ésta no ofrece ninguna ocasión especial para una elección en contrario.
Cuando no se asume consciencia plena de esta metamorfosis, sobre todo en los políticos se consuman acciones fuera de la ética y del postulado de servicio al ciudadano.
(*) Es abogado, posgrados en Arbitraje y Conciliación, Alta Gerencia para abogados, Interculturalidad y Educación Superior, Derecho Aeronáutico, doctor honoris causa con tesis aprobada.
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.