Viernes 09 de julio de 2010

ver hoy
























































En el mundo hay sed de libertad. Nos merecemos ser dueños de nuestra propia vida. Hay que invertir en liberaciones y propagarlas. Que Cuba libere a los presos políticos es un paso adelante. Que los grupos religiosos dejen de estar perseguidos es otro paso más allá. Por cierto, según revelan estudios recientes, el 70% de la población del mundo vive en áreas en las que se producen severas limitaciones a la libertad religiosa. Desde luego, nadie debe violar la autonomía de creencias, tampoco la de pensamiento. Que las políticas dejen de ser sectarias y se encaminen al bien común es otro paso tan justo como preciso. Que el progreso de una sana libertad de información y de expresión, sustentada en la verdad, sea algo más que una declaración solemne es, asimismo, algo tan necesario como ineludible.
Por desgracia, la creciente ola de violencia contra periodistas honestos pone en entredicho lo que se predica, que suele ser muy distinto a la pura realidad, inclusive desde gobiernos que se dicen democráticos y de Derecho. Un gran porcentaje de esas muertes se asocia a investigaciones que los fallecidos realizaban sobre casos de corrupción, crimen organizado y delitos políticos.