Es la página más bella en la aventura de las relaciones de Dios con los hombres al comienzo de la acampada entre ellos, es la prueba máxima posible del amor ardoroso de un Dios que sin abandonar su dignidad extrema divina, se abaja hasta asumir la forma y la idiosincrasia de un hombre, sólo con la intención de liberarlo de sus cadenas morales, espirituales y humanas, pero unas nubes de materialismo, de publicidad comercial, de materialización de todo lo espiritual, de ansias de buscar nuevas formas y justificaciones de diversión, han ocultado la sustancia de esta festividad de Navidad que en muchas partes, lamentablemente sólo suena a barriga bien satisfecha, a ocasión de comunicación familiar lÃcita, pero que deja en la oscuridad el misterio por el que se arman tinglados fabulosos, de espectáculos puramente terrenos.
El tiempo litúrgico de Adviento, es un tiempo privilegiado que precede a la fiesta de la Navidad, y que en la intención de la Iglesia no es otra cosa que una preparación a esta gran fiesta. Desde que se ha celebrado el dÃa del nacimiento del Salvador, la Iglesia ha exhortado a los fieles a que se preparen para la celebración de este dÃa venturoso, y ella misma les ha dado ejemplo por las oraciones que ha multiplicado en este santo tiempo y por los ejercicios de penitencia que les ha dictado.
San Perpetuo obispo de Tours, como dice el Padre Croisset, que vivió hacia la mitad del siglo V, viendo que el fervor de sus diocesanos se enfriaba dÃa a dÃa en su participación durante este santo tiempo, y sobre todo que se habÃan relajado mucho en cuanto al ayuno, ordenó que se ayunase por lo menos tres dÃas en la semana durante el adviento.
Tal ha sido en todo tiempo la persuasión de que el Adviento era un tiempo de penitencia, de oración y de recogimiento, el cual la Iglesia ha mirado siempre al par con el santo tiempo de cuaresma. Si la cuaresma de cuarenta dÃas habÃa sido instituida por la Iglesia para que sirviese de preparación a la fiesta de Pascua, del mismo modo fue establecido el Adviento para disponernos a la celebración de la Navidad. Y si todos los domingos del año, deben santificarse dignamente, ¿cómo no deben ser dignamente celebrados los domingos de Adviento tan privilegiados sobre los demás del año?
Pero el Adviento se ha devaluado a tal punto que hoy no se habla de ayuno, mortificación y conversión interior. La mayorÃa de los cristianos hoy en dÃa, olvidan la importancia de estos 4 domingos, y prácticamente los dejan pasar como si nada. Es que los mismos cristianos hemos reducido la Navidad, como dije, a un acontecimiento del calendario para celebrar y festejar, antes que recibir a Jesús en nuestros corazones.
Asà como sea tu preparación en el tiempo de Adviento, será tu Navidad.
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