Domingo 02 de diciembre de 2018
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Editorial y opiniones
LA ESPADA EN LA PALABRA
Atrevámonos a pensar el paÃs
02 dic 2018
Ignacio Vera de Rada
Si hay algo que caracteriza a la polÃtica de Latinoamérica, es su tremenda variabilidad, su inconstancia (o versatilidad, para no ser tan duros con el término) y su particular capacidad para crear y recrear partidos y estructuras partidistas según la necesidad de un tiempo preciso y de acuerdo con una determinada circunstancia. AsÃ, en Bolivia, con el Partido Conservador, con el Liberal, con el MNR y, más recientemente, con el MAS, organizaciones que han respondido a ciertas coyunturas sin las cuales su existencia no podrÃa ser o sin las que ninguno de sus postulados tendrÃa un verdadero valor a largo plazo. AsÃ, en Perú, con el APRA. Si bien todos los ejemplos mencionados anteriormente tuvieron una proyección de largo alcance y apostaron por la construcción de un paÃs que reformase sus estructuras, vistas las cosas desde una perspectiva global, sus programas, paradójicamente, solo respondieron a una realidad momentánea.
El punto al que pretendo llegar es el siguiente: asà como en Europa (Gran Bretaña, sobre todo) y Norteamérica existe una cultura polÃtica en la que los partidos nacen con una perspectiva de largo alcance y duradera, en Latinoamérica las estructuras partidistas tienen solamente un determinado tiempo de vigencia. De esta forma, serÃa impensable que, por ejemplo, el MNR pudiera volver a actuar con la misma eficacia de antes, incluso si sus partidarios y dirigentes pretendiesen repensar el discurso y el contenido de sus postulados, ya que en la misma sigla (Nacionalismo Revolucionario) ya se halla gran parte de -o toda- su doctrina. Es impensable, por lo mismo, que el MAS pueda adecuarse a las nuevas necesidades y movimientos de la historia, y esto por la misma razón: el significado de su sigla y sus postulados teóricos fundamentales solamente tuvieron vigencia en un tiempo. El MAS ya ha cumplido una misión y cerrado un ciclo. Los partidos, aquà en Latinoamérica, solo responden a necesidades episódicas, luego deberÃan morir. No sucede lo mismo en otros lugares, donde los partidos son tan sólidos que pueden re-crearse y reinventarse, adecuando y ajustando sus contenidos ideológicos, formando nuevas personas y cuadros. Renovándose en todo sentido. Y esto no debiera ser motivo de frustración para nosotros, latinoamericanos; es solamente una realidad de nuestra cultura polÃtica.