"Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos". Este debe ser el principio, que todo gobierno democrático deberÃa tomar en cuenta en su actuar al momento de Gobernar, haciendo caso al soberano, respetando la decisión expresada en las urnas y la libertad de expresión que están establecidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos que constituyen en sà mismos un gran logro, en paÃses altamente democráticos pues desacreditan la tiranÃa, la discriminación y el escarnio hacia los seres humanos que han marcado la historia de la humanidad.
La Declaración Universal promete a todas las personas derechos económicos, sociales, polÃticos, culturales y cÃvicos que sustenten una vida sin miseria y sin temor. No son una recompensa por un buen comportamiento. No son especÃficos de un paÃs concreto, ni exclusivos de una determinada era o grupo social. Son los derechos inalienables de todas las personas, en todo momento y en todo lugar, de personas de todos los colores, de todas las razas y etnias, discapacitados o no, ciudadanos o migrantes, sin importar su sexo, clase, casta, creencia religiosa, edad u orientación sexual. La adopción de la Declaración Universal no puso fin a los abusos contra los derechos humanos. Pero, desde entonces, innumerables personas han logrado una mayor libertad. Se han prevenido infracciones; se han conseguido independencia y autonomÃa. Se ha podido garantizar a muchas personas, aunque no a todas, la libertad ante la tortura, el encarcelamiento injustificado, la ejecución sumaria, la desaparición forzada, la persecución y la discriminación injusta, asà como el acceso equitativo a la educación, las oportunidades económicas, unos recursos adecuados y la atención sanitaria. Se han obtenido justicia por los delitos cometidos contra ellas y se han protegido sus derechos a nivel nacional e internacional, gracias a la sólida estructura del sistema jurÃdico internacional de los derechos humanos.
Uno de los grandes retos que enfrentan las sociedades en el nuevo milenio, es lograr que los beneficios del conocimiento cientÃfico y tecnológico permitan homologar las condiciones de vida de los seres humanos. Estos retos, cerca de alcanzarse aún se encuentran distantes, debido a los conflictos que se suscitan entre los paÃses por motivos económicos, polÃticos o sociales, entre otros, lo cual origina la violación sistemática de los derechos humanos de la población en general y, para el caso que nos ocupa, de los derechos polÃticos de los ciudadanos en particular, que se ven sujetos a diferentes intereses de partidos que luchan por alcanzar el poder. En este contexto los Estados democráticos luchan por que se logre el principio de la verdadera igualdad jurÃdica entre los hombres y que los derechos humanos cumplan realmente con su alto cometido, que a la fecha, tratándose de los derechos polÃticos siguen siendo debatidos y cuestionados por la forma en que se ejercen y el peso que tienen para la vida democrática de un paÃs.
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