Casi todos sabemos que hay tres grandes poderes en la sociedad estadounidense pero la mayoría no vemos el más temible y ante el cual sucumben pecaminosamente las más encumbradas personalidades políticas allí.
Cuando edificaron alfabéticamente la capital estadounidense Washington D.C. por algún extraño motivo no apareció ninguna calle con la letra J, pero no faltó nunca la Calle K donde se agrupan las más poderosas firmas de lobby que no sólo son influyentes sino que son también las más ricas.
La Calle K es pues el metonímico del poder de los grandes facilitadores o lobbistas estadounidenses.
Las firmas se agrupan también por la Calle 19, la Avenida Connecticut en lo que es considerado el Corredor Tradicional del Lobby y de los que manejan y pagan secretas influencias y privilegios en Estados Unidos no sólo a congresistas, sino a jueces federales, ejecutivos de renombre, policías y militares.
El lobbista es la persona que representa a un grupo de interés y procura influir en las votaciones legislativas o en las decisiones de los administradores gubernamentales.
El lobbismo consiste en obstaculizar, enmendar o aprobar las propuestas legislativas y las normas de las agencias reguladoras.
Las firmas que hacen lobby son actualmente las que crecen financieramente con mayor rapidez y son una gigantesca y muy costosa industria que es controlada no sólo por estadounidenses sino también por poderosos conglomerados extranjeros.
John Stauber, director ejecutivo del Centro para los Medios y la Democracia señala que en la industria del lobby se entrelazan muchas técnicas distintas como las relaciones públicas, el periodismo y la publicidad.
Un looby de influencia en Washington es como una flor nocturna que brilla en la oscuridad, pero muere cuando sale el sol dijo un escritor anónimo en Internet.
Los más importantes, aunque no los únicos, son: el lobby judío, el del complejo militar industrial, el de las empresas farmacéuticas, las petroleras, el de los bancos, el de los ecologistas, de los sindicatos, y otros cuyo principal blanco son los legisladores que discuten y aprueban leyes en el Congreso de la nación.
Lo cierto es que en la inmensa mayoría de las situaciones en Estados Unidos no es ilegal ser cortejado por los lobbistas.
Por lo que es usual que representantes pagados de grupos de intereses especiales traten de influir en las votaciones de los miembros del Congreso y los compren con derrochadores viajes, financiamientos directos y regalos que atentan contra la ética.
Jack Abramoff era uno de los lobbistas de mayor reputación, en esta carrera que no se aprende en ninguna de las universidades, hasta que fue denunciado por los actos de corrupción que cometió conjuntamente con varios legisladores.
Este sujeto les ofreció contribuciones para sus campañas, partidos de golf, empleos que eran netamente formales, cenas caras en restaurantes de lujo y otras más sórdidas propuestas en el plano sexual, de sus vicios, o de sus manías.
Ya cumplió su leve condena de tres años y medio en prisión y ahora vende pizzas en Baltimore donde guarda aún oscuros secretos de muchos otros congresistas corruptos que no denunció para no poner en riesgo su vida tras las rejas.
Hace sólo unos días un casi desconocido juez federal dejó sin efecto la prohibición del gobierno del presidente Barack Obama de realizar perforaciones petroleras en aguas profundas del Golfo de México durante seis meses.
Ese temerario juez federal es Martin Feldman, quien calificó la suspensión presidencial como "despótica" y "autoritaria".
Lo cierto es que Feldman tiene una gran participación como accionista en empresas del sector energético, entre ellas Transocean, la compañía propietaria de la plataforma petrolera que explotó, y en la trasnacional Halliburton, empresa que también es responsabilizada por el accidente, según apunta Democracy Now.
Varios diarios estadounidenses acusaron a Feldman de tener una amplia participación en BlackRock y JP Morgan Chase, otras dos accionistas mayores de British Petroleum.
Robert Gibbs, secretario de Prensa de la Casa Blanca, dijo que el gobierno de Obama apelará el fallo para evitar que vuelva a ocurrir otro hundimiento ya que aún se desconocen las verdaderas causas que provocaron el actual.
Más allá de la encendida retórica lanzada por Obama contra la petrolera cabe imaginar cuál será el precio real que pagarán políticos y empresarios cuando se sepa toda la verdad que provocó, por negligencia y avaricia, una catástrofe de esa magnitud.
Porque mientras la mancha avanza degradando cada vez más el frágil ecosistema del Golfo, hace tiempo ya que BP bañó de dinero mal habido a muchos políticos importantes en Washington y en la propia Casa Blanca, según el grupo Portside.
El lobby petrolero es uno de los más fuertes de Washington y aunque históricamente prefirió lubricar los despachos republicanos, desde la elección de Obama en el 2008, la tendencia empezó a revertirse aceleradamente.
Si en las campañas presidenciales sólo el 23 por ciento de los 35,5 millones de dólares aportados a los candidatos se dirigió al Partido Demócrata, a lo largo de los cuatro primeros meses de 2010, y de cara a las elecciones claves de mitad de mandato en noviembre próximo, las contribuciones al gobierno ya treparon al 30 por ciento según el Wall St. Jornal.
Como Obama se niega a recibir dinero directo de las corporaciones, los empleados de BP aportaron 71 mil dólares a su campaña presidencial en 2008 y hasta 160 mil dólares en este nuevo ciclo electoral de acuerdo al mismo diario.
En junio de 2009, el Servicio de Administración de Minerales exceptuó a BP de elaborar un estudio sobre el impacto ambiental exigido por ley en la zona donde la plataforma Deepwater Horizon debía trabajar.
Obama ya había sido advertido entonces por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de que las aprobaciones de este organismo a los proyectos petroleros no eran confiables pero lamentablemente el presidente de Estados Unidos no hizo nada al respecto.
El fenómeno de hacer lobby es casi obligatorio para los poderosos intereses de la clase dominante en Estados Unidos si se tiene en cuentas que hay más de 250 mil propuestas legislativas pendientes de ser aprobadas en un país donde la política oscila constantemente en todas direcciones como si fuera un alocado péndulo.
Winston Churchill dijo, en una ocasión refiriéndose a los esfuerzos de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, que nunca antes tanta gente talentosa había logrado tan poco, teniendo tantos recursos a su disposición lo cual es perfectamente aplicable hoy también al Gabinete que gobierna desde Washington DC.
(*) Jefe del Departamento de Difusión de Prensa Latina; La Habana, Cuba.
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