Sobre la diabetes se han dicho y se dicen muchas cosas ya que es una enfermedad que no tiene prácticamente cura sostenible en el tiempo. Solamente un trasplante de páncreas, algo que no es común (para la diabetes tipo 1), o un régimen alimenticio rígido (para la diabetes tipo 2) pueden ayudar a controlar sus efectos dañinos. Lo malo es que algunos especialistas han contribuido a generalizar sus causas y consecuencias para todos los organismos sin excepción, causando posiciones erróneas e ignorantes entre el común de la gente, llegando a afirmarse con convicción que el azúcar provoca diabetes en todos los organismos, independientemente de su configuración orgánica. Lo evidente es que la verdad científica se entrecruza irresponsablemente con la mentira. La diabetes mellitus era ya conocida antes de la era cristiana, pero ha ido creciendo paulatinamente debido a los hábitos de vida de la gente. Para el año 2000, se estimó que alrededor de 171 millones de personas eran diabéticas en el mundo y que llegarán a 370 millones en 2030. Este padecimiento causa diversas complicaciones, dañando frecuentemente a ojos, riñones, nervios y vasos sanguíneos.
La diabetes mellitus (DM) es un conjunto de trastornos metabólicos, que afecta a diferentes órganos y tejidos, dura toda la vida y se caracteriza por un aumento de los niveles de glucosa en la sangre: hiperglucemia.
La causan varios trastornos, siendo el principal la baja producción de la hormona insulina, secretada por las células beta del páncreas endocrino, o por su inadecuado uso por parte del cuerpo, que repercutirá en el metabolismo de los hidratos de carbono, lípidos y proteínas. La diabetes mellitus y su comorbilidad constituyen actualmente la principal causa de preocupación en salud pública.
Las células metabolizan la glucosa para convertirla en una forma de energía útil; por ello el organismo necesita recibir glucosa (a través de los alimentos), absorberla (durante la digestión) para que circule en la sangre y se distribuya por todo el cuerpo, y que finalmente, de la sangre vaya al interior de las células para que pueda ser utilizada. Esto último sólo ocurre bajo los efectos de la insulina, una hormona secretada por el páncreas. La hiperglucemia crónica que se produce en la diabetes mellitus tiene un efecto tóxico que deteriora los diferentes órganos y sistemas y puede llevar al coma y la muerte.
Estudios no comprobados advierten que la diabetes tipo 1, también conocida como diabetes juvenil o diabetes mellitus insulino dependiente, puede ser causa de una malformación genética, la cual podemos llevar en nuestra vida sin darnos cuenta.
A través de un factor externo (papera, gripe, rubeola, varicela entre otros) puede causar la aparición de la enfermedad. Es una enfermedad autoinmune y metabólica caracterizada por una destrucción selectiva de las células beta del páncreas causando una deficiencia absoluta de insulina. Se produce en una época temprana de la vida, generalmente antes de los 30 años.
La diabetes mellitus tipo 2 o diabetes del adulto se caracteriza por una posible resistencia a la insulina e intolerancia a la glucosa, el exceso de peso y la falta de ejercicio. De hecho, la obesidad abdominal se asocia con elevados niveles de ácidos grasos libres, los que podrían participar en la insulinorresistencia y en el daño a la célula beta-pancreática.
En un principio se pensaba que el factor que predisponía para la enfermedad era un consumo alto de hidratos de carbono de rápida absorción. Pero después se vio que no había un aumento de las probabilidades de contraer diabetes mellitus respecto al consumo de hidratos de carbono de asimilación lenta.
En realidad, el azúcar solamente puede contribuir al desarrollo de la diabetes tipo 2 en organismos con bajo metabolismo y en los que la mayoría de los alimentos se convierten en grasa.
En otros organismos con índices metabólicos altos no sucede lo mismo y decir que este carbohidrato es culpable de la diabetes demuestra una clara falta de conocimiento. El cerebro es un gran consumidor de energía (el 20 %) y la necesita para desarrollar sus funciones vitales. Privar a los niños no diabéticos del azúcar es una grave irresponsabilidad que puede incidir en su futuro intelectivo. A la gente le gusta vivir de mitos, pero sería bueno que se informe mejor y deje de guiarse por generalizaciones fáciles, pero peligrosas.
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