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Viernes 23 de noviembre de 2018

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Perspectiva Minera

Reflexiones en tiempos electoreros

23 nov 2018

Dionisio J. Garzón M. (*)

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Vivimos tiempos tempranamente electoreros y las fracciones políticas en disputa ya luchan por llevar agua a su molino con anuncios rimbombantes y promesas variopintas. Tan dispares son los pareceres que, parafraseando a Descartes "�tan empecinado está cada cual en su criterio que podríamos hallar tantos reformadores como cabezas hubiese"; todos hablan usando la locución prepositiva "Hay que" para expresar lo que desean reformar o crear para mejorar las cosas (v.g. Hay que eliminar la corrupción, hay que aumentar el nivel de empleo, etc.) pero ninguno dice "como" los cambios vendrán a ser realidades. Desde esta columna y sin pretensión de entrar en las aludidas lides políticas, me referiré a aspectos de la realidad nacional que deberían ser, en mi opinión, las bases de toda propuesta electoral.

El mal mayor de la economía nacional en los tiempos que corren es la informalidad que en ciertos sectores tiene matices de ilegalidad. Me llamó la atención una nota en El Financiero de La Razón del 18.11.18 sobre el cálculo del gobierno del valor del flujo ilegal de mercaderías desde la Zona Franca de Iquique (Zofri) que ascendería a $us 3.000 millones por año y que representaría el 32,3 % de las importaciones legales del 2017. Si se considera el contrabando por los puntos fronterizos con Brasil, Paraguay, Argentina, Perú y Chile al margen de Zofri ($us 2.360,5 millones según una infografía del artículo citado) estamos hablando de un valor que supera los $us 5.000 millones; patético para un país que en 2017 y en contrapartida, exportó un valor total de $us 8.194,5 millones según Fundación Milenio. Añadiendo el problema recurrente tratado en esta columna, el manejo de la cadena de producción-comercialización de oro (alrededor de $us 1.000 millones al año), veremos que también está controlado por el sub sector informal, donde se dan componentes de contrabando de oro de países vecinos que se exporta como producción nacional y eventualmente lavado de activos de dudosa procedencia en operaciones mineras ilegales (detalles en mi columna: Dorada Informalidad La Razón 28.09.18).

Estamos hablando de dos rubros de actividad ilegal/informal, que son equivalentes al 73 % del valor de las exportaciones del país. Ambas actividades generan empleo precario, aceleran el movimiento del dinero en el mercado interno (una de las claves del modelo económico vigente) pero dejan para las arcas del Estado migajas por tratarse de rubros que eluden obligaciones tributarias, de seguridad y de cuidado medioambiental, generan una élite de nuevos ricos y mimetizan los niveles de pobreza porque absorben mano de obra marginal que de otra manera engrosaría la legión de desocupados en ciudades y en el área rural.

Y podríamos seguir con otras actividades generalmente informales (chuteros, jucus, cocaleros, comerciantes de ropa usada, etc.) que generan una economía paralela (para llamarla de alguna manera) de magnitud considerable en el contexto global de nuestra economía, las cuales serán tratadas en las siguientes ediciones de esta columna.

¿Cómo eliminar el contrabando, la informalidad y la creciente ilegalidad que cada vez con más fuerza se presentan no solo en los rubros mencionados, y cómo generar una solución para los miles de operadores que acudieron a estas actividades porque nuestro contexto socio económico actual no les dio una solución alternativa dentro de la normativa vigente en el país? La pelota está en el campo de los candidatos.

Desde esta columna puntualizamos que hablar de crecimiento y desarrollo mirando de reojo al sector informal y a la ilegalidad creciente, no es ético. El mundo entero nos mira. Continuará.

(*) Ingeniero geólogo, ex Ministro de Minería y Metalurgia

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